A través de los años, he sido forzado a preguntarme tantas preguntas; he sido forzado a saber porqué los sabios son sabios y los necios, necios.
Durante el curso de mi investigación, me di cuenta de que ambos tienen 24 horas y en el curso de utilizar estas 24 horas, hacen casi las mismas cosas.
Tuve que ir más allá en mi investigación y entonces descubrí que haciendo las mismas cosas, había un montón de diferencias. Estas diferencias distinguen a los sabios de los necios.
Diferencia 1: Tanto el sabio como el necio pierden tiempo. El sabio pierde tiempo en las cosas menos importantes (ver una película, visitar amigos para una discusión menos importante) para poder crear suficiente espacio para cosas más importantes. El necio pierde tiempo en cosas más importantes (leer libros, realizar proyectos y tareas importantes, tomar decisiones importantes) para poder hacer tiempo suficiente para cosas menos importantes.
Diferencia 2: Tanto el sabio como el necio duermen hasta tarde. El sabio duerme hasta tarde producto de llevar adelante planes relevantes (visiones para implementar, metas a fijar, planes a activar, pensamiento crítico y tormentas de ideas). El necio duerme hasta tarde dando demasiada relevancia a actividades irrelevantes (ver películas, jugar juegos, chats y discusiones irrelevantes).
Diferencia 3: Tanto el sabio como el necio trabajan duro. El sabio trabaja duro en el sentido de que siempre está involucrado en planear. Planea cómo hacer crecer su negocio, cómo alcanzar sus metas para establecer su visión, cómo garantizar que las cosas salgan como fueron planeadas; siempre intenta nuevas técnicas, ideas e innovaciones. Siempre está ocupado para asegurarse que todo lo que haga florezca. El necio también trabaja duro porque invierte la mayoría de su energía física y mental asegurándose que el sabio alcance su visión. No está preparado para pasar por el estrés y rigores de pensar y desarrollar ideas por sí mismo. Prefiere trabajar para el sabio, recibir una remuneración y realizar otras actividades irrelevantes.
Diferencia 4: Tanto el sabio como el necio saben de oportunidades. El sabio comprende que las oportunidades están por todos lados así que las busca. Cuando las halla, las aprovecha. Al igual que cuando José estuvo en prisión con uno de los siervos importantes de Faraón—lo vio como una oportunidad. Cuando el siervo fue liberado de la prisión, José le pidió que le contase a Faraón sobre él. Después de un tiempo, el siervo le contó a Faraón sobre José y cuando tuvo la oportunidad de hablarle a Faraón, la utilizó. David también vio a Goliat como una oportunidad que otros no vieron y la usó para acercarse un paso más a ser el siguiente rey de Israel.
El sabio ve su búsqueda de oportunidades como una de sus razones para el éxito genuino. El necio atribuye su pobreza a la falta de oportunidades. A menudo usa palabras como “Si tuviese mi posgrado, tendría más que esto”; “Si hubiese conocido a este hombre, sería más rico que ahora”. No busca oportunidades; espera que ellas le vengan a tocar la puerta y aún cuando le lleguen, nunca está preparado.
Diferencia 5: Tanto el sabio como el necio gastan dinero. El sabio invierte su dinero y gasta lo que le queda. Gasta su dinero en necesidades y en lo importante. No lo gasta en comprar todo lo que su corazón desee sino en cosas que son realmente necesarias en ese período de tiempo particular. Se toma el trabajo de recortar sus gastos para poder ahorrar para futuras inversiones. Rinde cuentas y es prudente en sus gastos.
El necio gasta todo lo que gana e invierte muy poco o nada de lo que gana. Cuando recibe dinero es cuando se acuerda de lo que quería comprar, que debería pagar por aquello o ir de compra por esto otro. Tiene muy pocos planes para ahorrar y la mayoría del tiempo no tiene ningún plan para inversiones presentes y futuras. No rinde cuentas ni es prudente en sus gastos.
Espero que hayan aprendido algo importante de estas cinco diferencias. Siempre recuerden que no se trata de leer el artículo pero aplicar lo que aprendemos lo que nos hace mejores.
Seun Emmanuel Alaofin, copyright 2013
La reflexión de hoy me llamó mucho la atención porque contrasta las dos maneras en que podemos decidir vivir nuestras vidas: como sabios o como necios. Y el problema radica en que todos optamos en momentos específicos por alinearnos con una forma o la otra.
¡Cuánto quisiéramos pensar en sólo escoger ser sabios pero la verdad es que muchas veces nos hemos comportado como necios! ¿Qué nos lleva a escoger vivir así? ¡En gran proporción, nuestra percepción de la realidad y de nuestras capacidades! Pero no tenemos por qué desanimarnos ya que a final de cuentas el principio de la sabiduría es el temor a Dios… lo que implica que si nos atrevemos a rendir nuestras vidas al Señor y decidimos obedecer Su palabra y la guía de Su Espíritu Santo, estaremos dando pasos concretos para vivir vidas sabias que no solo nos sean provechosas a nosotros mismos sino en especial a quienes nos rodean. Adelante y que el Señor les bendiga.
Raúl Irigoyen
El Pensamiento del Capellán