tormenta.jpg  Durante una fuerte tormenta en alta mar, una mujer muy nerviosa que viajaba en un trasatlántico acudió al capitán en busca de tranquilidad.
“Capitán”, le preguntó temblorosa, “¿Estamos en gran peligro?”
“No se preocupe, Señora”, le respondió. “Después de todo, estamos en manos de Dios.”

“¿Tan mala es la situación?” Dijo la mujer con voz entrecortada y el terror reflejado en su rostro.
“Siempre estamos en las manos de Dios, tanto en tiempos tormentosos como en la calma. ¡Y Dios es tan bueno!”

A veces olvidamos la presencia de Dios hasta el último momento, hasta que nos vemos rodeados por la tormenta.

Siempre, incluso durante la calma, debiéramos tener presente la protección divina.

Deuteronomio 31:8
“Y Dios es el que va delante de ti; él será contigo, no te dejará, ni te desamparará; no temas, ni desmayes.”
Hebreos 13:6
“De tal manera que digamos confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré Lo que me hará el hombre.”
Isaías 41:10
“No temas, que yo soy contigo; no desmayes, que yo soy tu Dios que te esfuerzo: siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.”
Isaías 41:13
“Porque yo soy tu Dios, que te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudaré.”