En las pasadas entregas, abordamos algunas ideas muy generales sobre la etapa de la adolescencia, los  cambios que se sufren en esta etapa y  sobre algunas de las posibles complicaciones que pueden  aparecer con la llegada de la adolescencia.

Hoy, quiero compartir con ustedes algunas estrategias que le pueden ayudar a acercarse a su adolescente o a  mejorar la comunicación con él o ella.

Me he encontrado en muchas ocasiones con padres o madres que dicen que quieren tener una buena relación con ellos y ellas pero que simple y sencillamente no saben cómo. Algunos por ahí me dicen que quieren fomentar una relación de “mejores amigos” y otros solo me dicen que les resulta imposible acercarse o conversar.

Les cuento una historia de una escena que presencie hace unos meses.

Paula es una adolescente de tan solo 16 años. Es inquieta, extrovertida, impulsiva al  hablar, demandante de atención y sobre todo muy inteligente. Sus padres han tenido problemas pues ella rivaliza mucho con su hermanito menor de seis años y en el colegio han reportado que tiene conductas inadecuadas (digamos que es bastante inmadura). La última consulta que hicieron fue porque del colegio les  citaron para que se presentasen días después, pues al parecer Paula le pegó a otra estudiante de un año inferior. Esto indignó mucho a sus padres, quienes no se dejaron esperar y rápidamente pusieron consecuencias y me llamaron para que yo interviniera con Paula. Los padres me cuentan el evento, mientras Paula sentada, juega con su cabello como si fuera a encontrar un tesoro entre sus hebras. Los padres en  su discurso ya fantaseaban sobre la reacción de los padres de la otra muchacha, las consecuencias en su nota de conducta y la gran pena de tener que enfrentar a la directora en una situación tan bochornosa.  Yo tan solo les escuché; quizás igual que Paula….. Luego les pedí un tiempo a solas con ella.

La joven inquieta, impulsiva e inmadura no sé dónde quedó, De pronto Paula  empezó a contarme muy ecuánimemente su relato: había estado siendo víctima de acoso por unas compañeras. Sufría de burlas, rechazos y bromas de mal gusto desde hacía varios años.  Sus padres le habían recomendado que las ignorara y que se les pasaría. Sin embargo, los años pasaron y el  acoso no pasó. Un día simple y sencillamente se cansó y decidió actuar. Para mala suerte, tenía al  frente a testigos que por su puesto solo vieron cuando Paula tomó a la otra  chica y la empujó hasta botarla. – ¡“Ya no soporté más, no me importa lo que me hagan, sé que ya no me van a molestar, no se van a atrever”!-

Desde luego, la violencia nunca va a ser la manera indicada para resolver los conflictos. Sin embargo, si lo vemos desde otro punto de vista, Paula había sido víctima de violencia psicológica y emocional durante mucho tiempo.
¿Qué pasó? Mi trabajo era hacer que estos padres se sensibilizaran por el sufrimiento no expreso de su hija y que se volvieran en sus mejores defensores. Claro, de alguna manera tenía que asumir la consecuencia  de sus actos, sin embargo podían sentar un precedente  sobre todo lo que había sufrido su  hija. Los padres experimentaron primero un enorme sentimiento de culpa y dolor. La versión de Paula se conoció hasta después de hablar conmigo. Tras la llamada, ellos solo se limitaron a los “discursos” y al castigo.

Pongo este ejemplo porque en el toco uno de los pilares fundamentales para tener una buena relación con su adolescente: La comunicación.

Aunque usted no lo crea, ellos tratan de comunicarse. A veces lo hacen de forma fácil y abierta, pues en la casa  se ha practicado una comunicación abierta. Sin embargo detrás de muchas conductas desafiantes hay un deseo enorme de comunicar algo.

Comunicarse implica escuchar, pero escuchar sin dar discursos y sin salir con  soluciones “express” para todo. Practique solo la escucha.

Al sentirse escuchado(a), desarrollará la confianza, y esta es la base para que luego pueda aceptar sus recomendaciones. OJO con la palabra recomendaciones,  No es lo mismo a decirle o exigirle qué debe hacer.

La mayoría de los adolescentes  con los que trabajo tienen la misma queja de nosotros  los adultos: hablamos mucho y por todo.

Simplifique su recomendación, no redunde en las ideas y espere a que sea él o ella que se acerquen  a contarle cómo resulto esto o aquello.

Nunca tome las cosas en el primer momento. Deténgase a analizar las situaciones. Lo primero es dar un espacio para enterarse  bien de la situación. No ponga castigos a la ligera ni de regaños. Espere, postergue.

Algunos padres se quejan y dicen que no pueden confiar  en sus hijos(as) porque siempre mienten. Yo les pregunto: ¿porqué mentirán? Piense. ¿Cuál será la necesidad de su hijo(a) de  darle una versión aunque no sea cierta?

Hay familias en particular en donde se  practica la mentira casi como un hábito: “Decí que estabas enfermo, decíle que no le contesto la llamada porque estoy dormida o porque salí, decíle que no podés ir porque ya teníamos un compromiso…… mentiras, mentiras , mentiras…..   ¿Por qué los hijos (as) mienten? Porque es algo normal en casa. Porque tengo papás muy estrictos que no toleran el error, porque tengo la necesidad de sostener una imagen o un estatus,  porque  quiero pertenecer a un grupo…..

Trate de fomentar espacios para compartir con sus adolescentes. Entérese de la música que les gusta, de cual es el grupo que esta de moda, de quienes son sus “mejores amogos(as)”. Averigue cuales lugares frecuenta y que programas de televisión ven.  No  con la idea de montar una academia de espionaje; si no con el fin de estar alerta.

Aunque a veces  pareciera que repelen lo afectivo, busque maneras de expresarle su afecto. Déjele una notita en su almohada. Hágale una carta diciéndole cuán importante ha sido tenerle en su vida. Haga que se sienta único (a).

¿Límites?

Claro que ocupan límites. Pero límites como siempre digo, firmes pero afectivos. No sea cambiante de ánimo; si ya otorgó un permiso, no lo quite para usarlo como castigo. Los permisos  para salidas deben verse como  regalías por  esfuerzos, por logros: hiciste muy bien tu trabajo, creo que tenés merecido…. Tus notas son excelentes, me parece que podrías…..
Los límites  deben ser muy claros. No pueden ser cambiantes. Si hoy usted dice No y mañana por su conveniencia le dice Si a lo mismo que negó el día anterior, déjeme decirle que quien se pone la trampa es usted mismo.

La adolescencia es una época que debe vivirse, es una época de descubrimiento personal, por eso sus experiencias pasadas puede que no sean muy efectivas para el ahora de su adolescente. Se trata  entonces  de tratar de ser adolescentes durante la adolescencia, algo que requiere de una enorme valentía.

Esto no quiere decir que al ver a los lindos adolescentes viviendo su adolescencia los dejemos participar en actividades en donde se rompan ventanas y la propiedad ajena.

Los desafios del adolescente se deben enfrentar  como parte de la función de la vida adulta, la clave esta en enfrentar ese desafio sin  proponerse a curar algo que es básicamente sano. “La que se ve puesta a  prueba   frente a ese  desafío que representa el adolescente es precisamente esa parte nuestra que nunca tuvo adolescencia. Ese pedazo de nuestro ser que hace que nos sintamos agraviados y molestos  frente a quienes se permiten vivir esta fase, y es el que nos lleva a tratar  de encontrarles una solución”

Espero que estos pocos consejos les puedan edificar en su relación con su adolescente.

Hasta Entonces!
LIcda. Tatiana Carrillo Gamboa.
Psicóloga y Psicopedagoga