El lema común de los dichos de la Madre Teresa refleja su labor con los solitarios, los enfermos, los moribundos y los destituidos.  Su amor sin fin se deja ver en su trabajo y palabras.  Siempre tuvo compasión por la soledad experimentada por la gente acaudalada que, en apariencia, lo tenía todo.  También estuvo muy preocupada por el resquebrajamiento familiar.  A continuación, una colección de sus dichos:

  • Cada vez que le sonreímos a alguien, es un acto de amor, un regalo a esa persona, algo hermoso.

He descubierto la paradoja de que si amamos hasta que nos duela, no puede haber más dolor, sino sólo más amor.
  • Si queremos que se oiga un mensaje de amor, necesita ser enviado; para mantener una lámpara encendida, necesitamos colocar aceite en ella.
  • No pensemos que el amor, para ser genuino, tiene que ser extraordinario: lo que necesitamos es amar sin cansarnos.
  • Todos hoy parecen tener prisa, ansiosos de grandes desarrollos, riquezas, etc., así que los niños tienen poco tiempo para sus padres, los padres poco tiempo el uno para con el otro, y en el hogar comienza el descarrilamiento de la paz del mundo.
  • Es fácil amar a la gente lejana, pero no siempre es fácil amar a los cercanos.
  • Es más fácil dar una taza de arroz para aliviar el hambre que aliviar la soledad y el dolor de alguien no amado en nuestro propio hogar.
  • Traigamos amor a nuestro hogar porque es allí donde nuestro amor por los demás necesita comenzar.
  • Si no podemos alimentar a cien personas, entonces alimentemos sólo a una.
  • Aún los ricos tienen hambre de amor, de ser atendidos, de ser queridos, de pertenecer.

Siempre saludémonos con una sonrisa ya que ella es el comienzo del amor.
  • La soledad y el sentimiento de rechazo son la más terrible pobreza.
  • El amor comienza en casa y no se trata de cuánto hagamos, sino de cuánto amor pongamos en esa acción.
  • La paz comienza con una sonrisa.
  • Compartamos amor doquiera que vayamos; no permitamos que nadie que se nos acerque se vaya sin estar más feliz.
  • La mayor enfermedad hoy no es la lepra o la tuberculosis, sino el sentimiento de rechazo.
  • La pobreza más terrible es la soledad y el sentimiento de no ser amado.
  • El hambre de amor es mucho más difícil de remover que el hambre de pan.
  • El éxito del amor está en amar… no en el resultado de amar.  Por supuesto que es natural en el amor que queramos lo mejor para el otro, pero ya sea que resulte así o no, no eliminará el valor de lo que hemos hecho.
  • Hay más hambre en el mundo de amor y aprecio que de pan.  A veces pensamos que la pobreza es tan sólo tener hambre, estar desnudos y sin techo.  La pobreza de ser rechazado, no amado y no atendido es la mayor; necesitamos comenzar en nuestros propios hogares para remediarla.
  • El ser rechazado, no amado, no atendido, olvidado por todos, creo que es un hambre mucho mayor, una pobreza mucho más grande que el de la persona que no tiene qué comer.
  • Las buenas obras son eslabones que forman una cadena de amor.
  • En esta vida no podemos hacer grandes cosas; tan sólo pequeñas cosas con gran amor.

El mensaje de amor y esperanza de la Madre Teresa continúa… ahora depende de nosotros el continuar su labor y hacer del mundo un mejor lugar.

Compilado por George Wachirah, Kenya, 2010

Fuente: www.motivateus.com

El autor del pensamiento de hoy, más bien el compilador de algunos de los dichos de la Madre Teresa, hizo un magnífico trabajo en capturar algo del sentimiento y actitud de esta gran mujer.  Ciertamente supo ver al mundo que la rodeaba a través de los ojos del Cristo Resucitado.  No se conformó con simplemente acompañar a quien sufría en su dolor sino que, llena de compasión al igual que Jesús, hizo algo al respecto.

Como uno de los dichos sabiamente resume su actitud: si no podemos alimentar a muchos, hagámoslo con uno.

¿Qué tal si al leer los dichos de esta excepcional mujer abrimos el corazón para que el Dios que le guió y fortaleció a ella para servir a los demás nos dote no sólo de la misma pasión sino que nos abra la puerta para hacer nuestra parte?

Adelante y que Dios les continúe bendiciendo.

Raúl Irigoyen.
El Pensamiento Del Capellán