“Después me arrodillé delante del Señor y, tal como ya lo había hecho antes, estuve cuarenta días y cuarenta noches sin comer ni beber nada, por causa del pecado que ustedes habían cometido, con lo que ofendieron al Señor y provocaron su ira” Deuteronomio 9:18-20.

Siempre en la vida tengo que aprender. Mi vida es un continuo aprendizaje y aunque no quiera aprender la vida misma se encarga de darme las lecciones más sublimes y profundas. Algunas de las lecciones son agradable y hermosísimas, otras son dolorosas pero son lecciones al fin.

Una de las lecciones que necesito aprender es la lección de la intercesión. Tengo modelos en la Biblia, el más grande modelo es Jesús, pero hay otros de los cuales puedo aprender…y Moises..la vida de Moisés me insta hoy a transitar con firmeza y entusiasmo por la vereda de la intercesión.

Moisés se convierte en un modelo vivo para mi vida de oración. De él aprendo lo que necesito para convertirme en un intercesor. Veo que Moisés era un hombre entregado a Dios, lleno de celo e incluso celoso de Dios, por su honor y su voluntad. Veo a Moisés entregado al pueblo, listo para sacrificarse con el fin de que ellos pudieran ser salvos.

La Biblia dice que cuando supo del pecado del pueblo se metió con Dios cuarenta días y cuarenta noches en ayuno el verso 18 de Deuteronómio 9 dice que como lo solía hacer antes. Era un hábito en él. Veo en Moisés un hombre consciente de su llamado divino para actuar como mediador, para ser el eslabón de enlace, el cauce de comunicaciones, entre el Dios de los cielos y los hombres de la tierra. Hoy mi vida debe estar dominada por esta consciencia mediadora .

Hoy estoy consciente de que la oración es una de las partes constituyentes del plan de Dios. Veo que el cielo está lleno de la vida, el poder y las bendiciones que se necesitan en la tierra, y que la oración, en la tierra, es el poder que hace que desciendan esas bendiciones sobre todos nosotros.

Entiendo hoy que la oración es un indicador de la vida espiritual, y que su poder depende de mi propia relación con Dios y mi conciencia de ser su representante. Me confía sus tareas, y cuanto más sencilla y devota es mi entrega a él, tanto más natural y cierta se hace mi seguridad de que el Señor me escucha.

Señor, Gracias por que en la vida me enseñas y las lecciones que recibo, llegan a través de múltiples maestros. Unos que me hacen reír y otros que me hacen llorar pero al fin y al cabo me enseñan.

Moisés es uno de los que me enseña a través de la Biblia. Quiero aprender la lección de intercesión. Sé que cuando comienzo a transitar por el camino de la intercesión mi vida adquiere otro color y otra dimensión. El color del cielo y la dimensión de lo espiritual lo cual no puede ser jamás detenido por lo material. Amen

Dr. Serafín Contreras Galeano.
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