No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo. Exodo.20. 15,17

Codicia: Aquello que nos hace pulsar o hervir la sangre y el corazón, aquello que hace pulsar las emociones.

Codiciar es desear lo que no nos pertenece, significa deseo o lujuria.

Codicia no es desear algo equivocado, sino querer obtenerlo a expensas de otros o a causa de la envidia o los celos que hay en nuestro corazón, ya que la envidia es hermana de estas dos.

Mi padre terrenal, hombre al que considero un verdadero hijo de Dios, hombre de oración y lectura de la palabra, se convirtió a sus 65 años de edad, pero que pasó por una metamorfosis impactante de parte del Espíritu Santo, y quien ahora tiene 84 años, un día le pregunté, cómo había hecho para ser libre del problema del adulterio y la fornicación, ya que esta fue uno de las áreas más fuertes en su vida anterior…Y él me miró profundamente con sus preciosos ojos color café y me dijo; hijita, he aprendido que si me detengo a mirar lo que no debo de mirar, ya he pecado….pero el Señor me ha dado un secreto, me dijo, me ha enseñado que no debo de ver por segunda vez aquello que es considerado como una tentación para mi vida…así que he decidido mantenerme firme en cuanto a lo que miran mis ojos…pues llegué a comprender que mi problema se iniciaba ahí, en la primera vez que me detenía para mirar, luego codiciaba, para después tomar lo que me era pecado…así que decidí en el nombre de Jesús hacer mi parte, no mirar por segunda vez, sabiendo que Dios haría su parte, y Él ha sido fiel, me dijo.

Proverbios 15.27: “Perturbador de su misma casa es el que codicia una ganancia injusta”

Recuerda que una ganancia injusta puede ser cualquier cosa que nosotros estemos deseando tener de una forma inadecuada, ya que muchas veces queremos obtener algo sencillamente porque otras personas lo tienen, no teniendo la capacidad económica suficiente para poder obtenerlo y es ahí que vemos a muchas personas sumamente endeudadas, porque sencillamente se dejaron llevar por un momento de desesperación, por la codicia que les atormentaba.

Ya que cuando este mal está dentro del ser humano, su vida no tiene paz, por el contrario se sentirá siempre insatisfecho, infeliz, y vacío, ya que la codicia también tiene que ver con la avaricia, siempre quiere más y más.

Eclesiastés 5:10:  “El que ama el dinero, no se saciará de dinero; y el que ama el mucho tener, no sacará fruto. También esto es vanidad”.

Marcos 4:19:  “pero los afanes de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias de otras cosas, entran y ahogan la palabra, y se hace infructuosa”.

La codicia es un mal tan grande que tiene el poder para ahogar la misma palabra de Dios que pudiésemos haber recibido…es uno de nuestros enemigos de la oscuridad, que nos roba la paz, nos separa del amor de Cristo, nos envilece ante los ojos de Dios, y de los hombres…y sobre todo nos hace seres infructuosos.

Jesús dijo en Mateo 7:16  “Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos?”

Números: 11:4  “Y la gente extranjera que se mezcló con ellos tuvo un vivo deseo, y los hijos de Israel también volvieron a llorar y dijeron! Quién nos diera a comer carne!”

Esto es un ejemplo de codicia, desear ardientemente lo que no se tiene y esto es aborrecido por Dios, recuerda que el Señor castigo duramente al pueblo de Israel, porque generalmente estaban insatisfechos, querían lo que no tenían, no daban gracias por lo que si tenían.

Pablo dice en 1 Corintios 10:6  “Mas estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron”

No que comer carne fuera malo, sino la intención enfermiza del corazón. Recordemos que Jesús es el Todo suficiente de nuestra alma y corazón, y también puede serlo de nuestro estómago, ya que muchas veces Dios puede usar cualquier elemento que pueda venir como un deseo a nuestro corazón, sencillamente para probarnos, si se convertirá en un vivo deseo, o en un sencillo deseo, tan sencillo, que podemos llevarlo delante de su presencia, sin sentir envidia, o rabia al no poder obtenerlo, sino más bien, poder expresarle con un corazón abierto y sencillo, palabras como por ejemplo…

Señor, mi corazón anhela, esto o aquello, si en ti esta el que yo pueda tenerlo, bendito sea tu nombre, pero sino de igual forma yo te lo entrego, todo aquello que viene para perturbar nuestra vida y la de los nuestros no viene del cielo.

Recuerda que el secreto está en no mirar por segunda vez, pídele a tu Señor Jesucristo que te de la fuerza y poder para vencer…porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y dominio propio.

Querido amigo, querida amiga, como siempre dos opciones, viviendo llenos de codicia, y amargura por las cosas que no podemos tener, o Venciendo este mal, dando gracias a Jesús, por lo que hemos recibido de su mano. Tú decides!

Sembrando y cosechando
Solo para Jesús
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