Oculto en el desierto de Chihuahua en Nuevo México se encuentra una de las grandes maravillas de Dios: las Cavernas de Carlsbad.  Al visitante casual, si oscura entrada le puede parecer poco interesante, como el estéril desierto que las rodea.  Sin embargo, allí hay delicadeza y grandeza, ese es un lugar en el que  a través de los siglos pequeñas gotas de agua, silenciosas en la oscuridad, han construido un monumento de extraordinaria belleza de quince metros de altura.  Gota tras gota, depositando partícula, un dedo que parece de mármol comienza a crecer.  Al final, este proceso forma una enorme columna; así, se crean las esculturas dentro de las cavernas.

Un proceso similar ocurre dentro de cada uno de nosotros.  Cuando un solo pensamiento llega a nuestra mente, deja sedimento que entra a lo más profundo de nuestra alma, formando nuestras propias columnas…  columnas de carácter.  Si permitimos que los pensamientos inmorales, egoístas y violentos llenen nuestra mente, formamos columnas de mal y fracaso.  Si llenamos nuestra mente con la verdad y el amor, formamos columnas fuertes y bellas dentro de nuestra alma.

 

En Proverbios 23:7, el rey Salomón dijo:  Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él.

Salomón entendía que las cosas en que pensamos determinan la persona que llegamos a ser.  Cuando buscamos a Dios, comenzamos a reflejar su carácter en nuestra vida.

¿Qué formaron las columnas de carácter en tu vida?  ¿Te asemejas en algo a tu Padre Celestial?

Tú puedes llegar a ser la persona que Dios diseñó para que seas al renovar cada día tu mente con la Palabra de Dios.  Al igual que las Cavernas de Carlsbad se crearon a través del tiempo, ocultas de la vista, así se forja nuestro verdadero carácter.

Filipenses 4:8
Por último, hermanos, piensen en todo lo verdadero, en todo lo que es digno de respeto, en todo lo recto, en todo lo puro, en todo lo agradable, en todo lo que tiene buena fama.  Piensen en toda clase de virtudes, en todo lo que merece alabanza.