Un lobo fue elegido rey entre sus congéneres y decretó una ley ordenando que lo que cada uno capturase en la caza, lo pusiera en común y lo repartiese por partes iguales entre todos; de esta manera ya no tendrían los lobos que devorarse unos a otros en épocas de hambre.

Pero en eso lo escuchó un asno que estaba por ahí cerca, y moviendo sus orejas le dijo: “Magnífica idea ha brotado de tu corazón, pero ¿por qué has escondido todo tu botín en tu cueva?  Llévalo a tu comunidad y repártelo también, como lo has decretado”.

El lobo, descubierto y confundido, derogó su ley.

Si alguna vez llegas a tener poder de legislar, sé el primero en cumplir tus propias leyes.

Fábula de Esopo
Fuente: www.edyd.com

Queridos Hermanos:

No cabe duda de que no podemos efectuar cambios o mostrar un camino a los demás a menos que nosotros mismos estemos dispuestos a dar ejemplo de cómo hacerlo.  Una vez más resuena en nuestros oídos aquella famosa frase que reza: “tus acciones hablan tan alto que no permiten escuchar lo que dices”.  Si bien es cierto en nuestra cultura occidental nos hemos acostumbrado a ver a políticos, empresarios y aún religiosos que nos plantean leyes, proyectos e iniciativas que son plausibles, sus vidas contradicen de plano lo que dicen.  Pero no tenemos por qué resignarnos a que ese sea el nivel de vida nuestro ni de nuestra comunidad.  Atrevámonos a hacer la diferencia.  Y Dios está más que dispuesto a ayudarnos a revolucionar nuestra generación para Cristo.  Adelante y que el Señor les bendiga.

Raúl

Salmos 1:1-2

1 Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en la senda de los pecadores ni cultiva la amistad de los blasfemos,
2 sino que en la *ley del Señor se deleita,  y día y noche medita en ella.