Treinta hombres, con los ojos inyectados en sangre y despeinados, estaban de pie ante un juez del tribunal de la policía de San Francisco. Eran parte del grupo de borrachos y revoltosos, que a diario se presentaban ante el juez. Unos eran ancianos y endurecidos, mientras que otros dejaban caer con vergüenza sus cabezas sobre su pecho.
El desorden momentáneo que se creaba al traer los prisioneros cesó y en ese momento de calma algo extrañó sucedió. Se dejó escuchar una fuerte y diáfana voz que comenzó a cantar: Anoche mientras dormía, tuve un sueño tan hermoso…
¡Anoche! O fue una pesadilla o un estupor de borrachera para todos. La canción hablaba sobre un contraste directo y convincente: Yo estaba de pie en la antigua Jerusalén, allí junto al Templo.
La canción continuó. El juez hizo una pausa e indagó con serenidad al respecto. Un antiguo integrante de una compañía de ópera muy famosa en toda la nación, esperaba ser enjuiciado por falsificación. Era él quien cantaba desde su celda.
Mientras tanto, la canción continuaba y cada hombre que se encontraba en fila se emocionó. Uno o dos de ellos cayeron de rodillas; un chico exclamó entre sollozos: ¡Oh madre, madre!
Los sollozos podían escucharse desde cada esquina de la sala del tribunal. Por fin un hombre protestó y dijo: ¿Señor juez, tenemos que someternos a esto? estamos aquí para recibir nuestro castigo, pero esto… Y él también comenzó a llorar. Era imposible proceder con los negocios del tribunal y sin embargo, el juez no dio la orden de detener el canto: ¡Jerusalén, Jerusalén! ¡Canta, porque la noche se acaba! ¡Hosanna en las alturas!
En un éxtasis de melodía se dejaron escuchar las últimas palabras, y luego hubo silencio. El juez miró los rostros de los hombres que estaban frente a él. No había ni uno solo, que no se conmoviera por la canción; ni uno solo en quien no se produjera un impulso de piedad.
El juez no llamó a los casos en forma individual; compartió con los hombres unas bondadosas palabras de consejo y luego los despidió a todos. Ningún individuo fue multado o sentenciado esa mañana. La canción logró hacer mayor bien que cualquier castigo.
Apocalipsis 21:10
Y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo de Dios.
Fuente: Al atardecer con Dios, Editorial Unilit.
ultimamente me he vuelto muy resentida y amargada mas a un si las personas a que consideraba importante para mi se que no significo nada.
es un sentimiento malo que me amarga el dia como debo hacer para no sentirlo, perdonar y no ser tan reencorosa
gracias por todas las reflexiones enviadas, me he sentido tan bien que mi vida ha cambiado me siento mas liviana del alma. me he rogosijado mucha en todas mil gracias
Dios es amor. dejate amar
exelente pensamiento
maribel no te desesperes solo ten paciencia solo recuerda que el mensaje es un alimento para el alma tomate 5 minutos en un lugar apartado de todo es lo que hacia nuestro señor jesus y dile anuestro padre….que alimento tienes para tu pueblo hoy por que e buscado platillos recetas por todos los medios y ninguno e allado suficientemente bueno…y el que dios te de puede ser algo muy sencillo pero te va a decir solamente sirvalo con mucho cuidado y sasonelo con mucho amor y mi pueblo se deleitara yse gozara por que sera sasiada su alma…….esper te sirva cristo te ama…..asta pronto