El Mayor Aprendizaje que recibí de mi papá no fue un frase, ni una historia, fue verlo actuar tal y cual era.
Con sus acciones, aprendí mucho y comprendí que es lo que quiero que mis hijos y los hijos de mis hijos aprendan.
1. Cómo debía ser tratada
Mi padre con sus acciones diarias hacia mi y con la manera en la que trata a mi madre me enseñó no solo cómo debía ser tratada, sino que cómo merecía se tratada. Me demostró lo que valgo y lo que merezco y me hizo desarrollar la habilidad de detectar solo a los hombres respetuosos y caballeros, tal como él.
Si puedo encontrar a alguien la mitad de bueno que él, creo que estará bien.
2. Que sentirse amada es lo más importante
Un padre no solo sabe la importancia de hacerte sentir amada, sino que te hace sentir así por que cada una de sus acciones está hecha con amor. Te dice que te quiere, te desea buenos días y buenas noches, te abraza, te besa y se preocupa por ti. Te hace sentir que puedes contar con él en toda circunstancia y te muestra la importancia de recordarles a tus seres queridos cuánto los estimas. También te recuerda que no debes tomar nada por sentado.
3. Que a veces las palabras sobran
Uno cree que los padres siempre tendrán una respuesta para todo, sin embargo hay muchas ocasiones en las que simplemente no saben qué decir, como por ejemplo cuando somos adolescentes y nos quejamos por que no tenemos qué ponernos. En esas ocasiones, y en muchas otras, un simple abrazo de contención te demuestra que a veces no es necesario hablar para sentirse apoyada. Lo mismo pasa cuando las acciones que él hace por ti te demuestran mucho más que un simple “te quiero”.
4. Que sí existe un amor incondicional
En los buenos y en los malos momentos, un padre siempre estará ahí, sin importar lo que pase. Un padre te demuestra que sí puede haber alguien a tu lado que esté contigo por quien eres, no por lo que le puedas entregar. El amor de padre te demuestra también que al amar no hay límites y que si uno construye una relación con una buena base, esta podrá pasar por altos y bajos, sin caerse jamás.
5. Que nadie es perfecto
A pesar de que yo pensara que era perfecto, mi padre se equivocó muchas veces. Algunas en cosas más importantes y otras en cosas más banales, y eso me demostró que por mucho que idealicemos a una persona, es humana, y como todo el mundo cometerá errores.
Criar a una hija no es algo sencillo. Ellos deben perdonarnos por cada tontera y rabieta que hicimos, y nosotros a ellos por las veces en las que fueron impacientes o sobre protectores. Una relación padre e hija no es perfecta y eso no enseña todo lo que tenemos que saber acerca del poder y de amar a pesar de las imperfecciones.