Todo Matrimonio requiere permanecer conectado en tres áreas esenciales.

La conexión en cualquier relación humana es esencial para poder disfrutarla. Algunas personas le llaman la “química” entre dos personas.

Todo matrimonio tuvo, al menos en su etapa de noviazgo, la conexión suficiente para sentirse motivados a darse en matrimonio.

¿Qué es lo que pasa entonces con esas parejas que se conectaron, se casaron, disfrutaron de su relación y un tiempo después pierden la conexión?

La gran mayoría de matrimonios eran muy felices cuando se casaron. Y tenían sueños, metas, ilusiones juntos. Porque una gran parte de esos matrimonios pierden la conexión en algún momento de su vida como matrimonio.

La respuesta es que esa conexión necesita mantenimiento. Como todas las relaciones en la vida necesitan cultivarse alimentarse y desarrollarse. El matrimonio necesita ser alimentado y recibir mantenimiento para mantener la conexión en un nivel que les permita disfrutar la relación.

Esa conexión se da en tres áreas fundamentales que son el área espiritual, el área emocional y el área física.

Muchas parejas logran mantener conexión física, algunas logran mantener la conexión emocional pero muy pocas logran mantener la conexión espiritual, que es de paso, la más importante y de la que dependen las otras dos.

La conexión espiritual, no se obtiene solamente viniendo a la Iglesia, leyendo la Biblia y orando individualmente. La conexión espiritual se obtiene por medio de la ministración mutua como pareja. Es un espacio en la vida diaria de cada matrimonio en el que se ministran amor, dándose mutuamente palabras de afirmación espiritual, declarando cada uno sobre el otro, palabras bíblicas de vida.

El hombre debe ser el primero en ministrar a su esposa con palabras como por ejemplo:

– mi amor tú eres el regalo más hermoso que Dios me ha dado,

– eres una mujer virtuosa, eres una mujer sabia que edifica nuestro hogar,

– eres la mejor ayuda idónea que Dios me ha dado.

– Dios me ha premiado inmerecidamente con una mujer como tú.

– Yo te bendigo y doy gracias a Dios por tu vida.

– Que tengas un día precioso y bendecido.

Luego la mujer puede ministrar a su esposo con palabras de afirmación como por ejemplo:

– mi amor, yo doy gracias a Dios por tu vida, por ser mi esposo, por ser mi cobertura. Doy gracias a Dios porque eres la imagen y la gloria de Dios y el sacerdote de nuestro hogar. Le pido a Dios que te de sabiduría este día para que logres los anhelos de tu corazón, para que seas bendecido en todo lo que hagas y para que alcances las metas de este día. Te bendigo y te amo con todo mi corazón.

Un matrimonio que se ministra mutuamente en esta área espiritual, y de manera diaria, tendrán la fuerza y la paz suficiente para hacerle frente a cualquier circunstancia de la vida y salir airosos. La próxima semana hablaremos de la conexión emocional y física.

Toma la decisión hoy mismo, si no lo has hecho antes, de comenzar a ministrarse mutuamente con tu cónyuge. Pídanse perdón por no haberlo hecho antes y comiencen este nuevo hábito en su vida que les traerá muchas bendiciones.

Tu matrimonio y tu familia es el tesoro más valioso que Dios te ha dado. CUÍDALO!

Luis Y Hannia Fernandez.
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