Estableciendo relaciones sanas

Le suenan conocidas estas frases:

“En caso de duda, no determines cosa alguna”,

Cada uno habla de la feria según como le va en ella”,

“Del dicho al hecho hay mucho trecho”,

“No hay peor sordo que el que no quiere oír”

Son  refranes o sabiduría popular como dicen algunos. Lo cierto es que encierran un gran significado en cuestión de la capacidad de poder establecer relaciones interpersonales sanas.

En ocasiones, hay quienes se han dejado llevar por algo que vieron o  sintieron. Es como si una avalancha de emociones  les arrastrara,  nublando en cuestión de segundos su capacidad de razonar y actuar coherentemente. Dicen, reclaman, gritan, lloran y más; para luego darse cuenta de que las cosas no eran lo que parecían …..

Muchas veces, cuando hemos cometido un error por algo que dijimos o hicimos,  quisiéramos darle reversa a la vida y evitar que las cosas hubiesen tomado el rumbo que les dimos, pero lamentablemente la vida no tiene botón de “rewind”.

Como terapeuta, me ha tocado escuchar frases  tales como: “Es que yo pensé”, “Eso no era lo que yo quería decir”, “El/Ella no me entendió”, “No sabía que era así”, “A mi nadie me dijo” …. Todas tienen en común algo: encierran altas dosis de  culpa, frustración y tristeza… algunas porque dañaron irreparablemente una relación, crearon una imagen equivocada o se debe hacer un esfuerzo importante para reparar algo que se hubiese deseado no  dañar.

PIENSA EN LA FORMA EN LA QUE VES LAS COSAS

Muchas de las situaciones conflictivas en las relaciones interpersonales se deben a la manera en la que vemos, percibimos e interpretamos las cosas.

La percepción es una habilidad del ser humano que le permite a través de los sentidos acercarse a una realidad física y captar información del entorno; sin embargo necesitará comprobarse a partir de la experiencia.

Las emociones son reacciones psicológicas y fisiológicas que permiten  la adaptación a  ciertos  estímulos externos e internos. Nos permiten comprender y relacionarnos con  el mundo externo a partir de lo que sentimos en nuestro interior.

Pero las emociones  pueden resultar difíciles de codificar y de dominar para algunas  personas  que son más vulnerables, debido a predisposiciones  y a fallas en la percepción,  esto después de haber tenido que vivir situaciones difíciles y dolorosas en el pasado y que han dejado una huella en el corazón. Hay situaciones que pudieran  explicar esta predisposición;

– Cuando se han vivido intensas experiencias de rechazo, el temor de volver a sentirse rechazado puede generar el pensamiento “todas las personas me   rechazan”. Entonces,  lo que los otros hagan o dejen de hacer,   aún sin saberlo,  se va a interpretar como una forma de rechazo. En ocasiones, hay quienes pueden llegar a pulsar o a provocar situaciones para que otras personas les rechacen y así confirmar su tesis: “Toda la gente me rechaza”. Esta es una situación muy dolorosa, pues la persona anhela ser aceptada pero muchas veces lo que provoca es todo lo contrario.

– Existen personas que sienten que los otros les quieren dañar y necesitan estar a la defensiva. Se trata de aquellos que  pelean todas las luchas, hasta las que no existen. Tienen pensamientos  persecutorios que les evocan peligros de los cuales sienten que deben defenderse. Las personas que les rodean reaccionan desconcertadas ante eventuales respuestas agresivas que se actúan fuera de lugar. Se trata de personas con tendencias impulsivas y/o agresivas, que pueden ser expresas en la cotidianeidad o que pueden quedarse guardadas,  pero que de alguna manera buscan salir mediante comentarios agresivos o conductas autodestructivas.

– La autoestima es frágil y pobre. Son personas que tienen una estima muy baja de sí mismas, son inseguras, temerosas, requieren aprobación del afuera para sentirse bien por dentro, les cuesta aceptar  cuando se les hacen halagos o comentarios positivos. No se sienten merecedores de cosas buenas. A veces necesitan dar mucho pues de lo contrario sienten que les desecharán sino lo hacen.

Estas pueden ser algunas de las razones por las que en ocasiones se ven  las cosas de una manera que no concuerda con la realidad, dejándose   llevar por la percepción equivocada  y  abandonándose en sentimientos de inadecuación, falta, rechazo, peligro y otros.

No podemos dejar de lado que la persona que padece de este tipo de distorsión, sufre y  padece. Puede llegar a librar una lucha interna pues no controla lo que siente, pero tampoco desea seguir equivocándose con quienes le rodean.

Estas personas han padecido no solamente lo que relataba anteriormente; sino que probablemente en su dificultad de controlar sus propios impulsos ya ha cometido errores con las personas que más quiere, de pronto ha perdido un trabajo, una amistad,  una relación de pareja….

Salir de una predisposición así no es fácil. Implica trabajar en la forma en la que se ve  y se sienten  las cosas y además del valiente esfuerzo de devolverse a sanar heridas del pasado. Implica pedirse perdón y tratarse con misericordia. Requiere poder reconocer que se tiene un problema y aceptar la condición para poder empezar a trabajar en ella. Necesitará la compañía y los cuidados especiales de alguien que le ayude a transitar por el arduo trabajo que le espera.

Cuando las situaciones requieren de una gran voluntad para ejercer un cambio; Dios es la fuente de la fortaleza que se necesita  para sostenerse y descansar. Deja de luchar contra esto; renuncia a la posibilidad de que los otros aprendan a aceptarte y trabaja en la  persona que deseas ser.

MPs. Tatiana Carrillo Gamboa.

Psicóloga Clínica-Psicopedagoga

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