En la vida de todos hay una palabra que oímos, es una que respetamos pero que no tememos del todo.  Es una de esas cosas que alguien más tiene, nunca nos pasará a nosotros así que no hay qué temer.

Y entonces llega el día en que el medico nos sienta.  “Es de esta manera”, nos dice, sin fruncir el ceño.  “Esa masa que me trajiste”, comienza con su cabeza inclinada, “es más de lo que pensamos”, lo dice en tono más bien bajo.

Aceptamos que lo tenemos, ¿y ahora qué hacemos?  ¿Nos sentamos a esperar hasta que nos consuma?  Decidimos que lo que hay que hacer es pelear, tomar al toro por los cachos y mejorarnos.

El testículo se ha ido, el cáncer ha sido removido.  Esperamos los resultados, ¿se habrá regado ó movido?  Los tipos en el laboratorio, las pruebas de sangre, la imagen digitalizada; ellas decidirán si sobrevivimos.

Pero el punto principal es que sin importar qué, nunca debemos rendirnos y deberemos luchar por nuestra vida.  La vida es demasiado corta, demasiado especial para dejarla ir prematuramente.  Todo esto me viene a la mente al estar sentado y contemplar la luna.

Dave Wilton
Fuente: www.motivateus.com

El pensamiento de hoy nos viene de una víctima del cáncer…y cómo reflexiona ante la realidad de la enfermedad que amenaza su vida.  Hoy, son muchos los que viven atemorizados ante esta enfermedad, en cualquiera de sus expresiones… para la mayoría, su diagnóstico equivale a una sentencia de muerte, sin importar que hay muchos que han sobrevivido a su manifestación.  Lo cierto es que se trata de una terrible enfermedad que nos hace reflexionar sobre lo que es verdaderamente importante en la vida.  Pero una de las cosas que el autor del pensamiento de hoy trae al tapete es su espíritu combativo…no hay por qué rendirse.

No hay que dejar de vivir la vida tan sólo por un diagnóstico médico.  Si bien es cierto que tal diagnóstico llevará a un ajuste en el estilo de vida, no por eso dejamos de tener un Dios muy grande… y según nos lo revelan las Escrituras, ¡es nuestro Sanador!  Pero si por algún motivo decide no sanarnos de esto, al igual que los jóvenes hebreos en la Babilonia de Nabucodonosor, todavía serviremos a nuestro Dios y a final de cuentas, simplemente nos reuniremos con Él antes de lo que esperábamos.

Quien confía en el Señor no puede perder de ninguna manera.

Adelante y que Dios les continúe bendiciendo.

Raúl Irigoyen
El Pensamiento Del Capellán