“Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos” Romanos 8:25.

La vida tiene montañas altas de triunfo y de deleite, pero también valles de impaciente espera, una impaciente espera porque no vemos las oraciones contestadas.

En las montañas nos deleitamos mirando el paisaje y respirando el aire puro, pero en los valles de espera parece que no hay aire y no podemos ver los mismos paisajes que veíamos en las montañas, pero tanto las montañas como los valles son muy importantes.  Hoy quiero aprender a caminar en los valles de la espera.

 

 

Hay tres cosas que hoy debo recordar en relación a los valles de la espera.  Los valles de espera me hacen dar grandes pasos en el crecimiento de la gracia del Señor.

En segundo lugar cuando miro hacia atrás después de que grandes esfuerzos han sido cumplidos veo con gratitud lo que he recibido del Señor.

Jamás deberé sacrificar la más profunda confianza que se adquiere en el valle de la espera por una vida suave y libre de turbación.

En último lugar yo recordaré que los tiempos duros de espera proveen nuevos enfoques de mi relación con el Señor.

Si hoy tengo que caminar por un valle de espera o si es que ya lo estoy atravesando necesito comenzar a darle gracias al Señor por lo que está ocurriendo dentro de mi y a través de mi como resultado de lo que me está ocurriendo.

Necesito tener la vista espiritual más clara para ver e interpretar el significado mas profundo de los problemas que parecen estar rodeando mi vida y vivir hoy mas plenamente en los desafíos del presente, confiando que el Señor, quién ha sido fiel en el pasado me guiará en medio del valle actual de la espera.

Señor, en medio del valle de la espera en el cual me encuentro, hoy quiero levantar mi mirada a ti, porque mi socorro viene de ti y entender que las cosas que ahora estoy enfrentando han sido permitidas única y exclusivamente por tu mano para llevarme a un nuevo y más profundo desarrollo espiritual.

Amén.

Dr. Serafín Contreras Galeano.