Un día antes de que la temporada de pesca de perca comenzara, Jimmy y su padre estaban pescando.  Luego de usar gusanos como carnada, Jimmy decidió practicar usando un pequeño señuelo plateado.

Apenas el señuelo tocó el agua, su caña comenzó a doblarse. Jimmy sabía que había atrapado algo grande. Para cuando comenzó a enrollar la línea, una luna gigante se había levantado sobre el lago. A la luz de ella Jimmy vio al pez más grande que jamás hubiera visto.

El padre de Jimmy encendió un fósforo para ver la hora de su reloj: las diez de la noche, dos horas antes de que la temporada de pesca de perca comenzara.  Tendrás que devolverlo, hijo, dijo.
Jimmy protestó: Nunca habrá un pez más grande que este.  Miró alrededor y no vio a ningún otro bote o pescador cerca. Aún así por el tono de voz de su padre, se dio cuenta de que no habría discusión. Sacó con cuidado el anzuelo del labio de la perca y la devolvió al lago.

Jimmy tenía razón. Ahora lleva a sus propios hijos a pescar, y en los últimos treinta y cuatro años jamás vio una perca tan grande como la de ese día.  Pero admite que cada que vez que tiene que afrontar cuestiones  de ética , ¡recuerda a ese pescado de nuevo y sonríe!

Una decisión bien tomada vive fresca y dulce en la memoria.

Proverbios 20:7
Camina en su integridad el justo;
sus hijos son dichosos después de él.