Mi esposa y yo estábamos en nuestra primera parada del día de compras de Navidad, comprando en “Bath & Body Works”.  Después de que Nadia completó la transacción, le dije a mi esposa: “Ella fue la persona más agradable que conoceremos todo el día”.

Mi esposa estuvo escéptica ya que teníamos un largo día de compras por delante e interactuaríamos con más de una docena de dependientes, asociados y miembros del personal.  Sugerí que lo hiciéramos interesante, por lo que apostamos $10 a mi predicción.

Al pasar el día, visitamos un número de tiendas.  Algunos dependientes fueron amables mientras que otros nos ignoraron ó simplemente nos echaron.  Para mediodía, habíamos completado el círculo geográficamente y regresado al primer centro para un almuerzo tardío.  Mientras comíamos, mi esposa admitió que había estado en lo correcto sobre Nadia y que yo había ganado la apuesta.

Entonces, ella tuvo una idea brillante.  “Tú no necesitas los diez dólares”, me dijo.  “¿Por qué no caminamos al café al otro lado de la calle, compramos una tarjeta de regalo de $10 y se la damos a Nadia?”

¡Brillante!  Compramos la tarjeta y regresamos a “Bath & Body Works”.  Nadia, quien estaba marcando la compra de un cliente, nos vio e inmediatamente preguntó: “O, no, ¿qué hice mal esta mañana?”

Le contesté: “Nada; solo queríamos hablar contigo una vez que termines con ese cliente”.  Durante los siguientes cinco minutos, mientras terminaba la transacción del cliente, Nadia nos miraba nerviosamente con regularidad y sus compañeros de trabajo nos miraban con actitud sospechosa.

Cuando terminó con el cliente, ella se quedó por curiosidad para ver por qué razón habíamos regresado a la tienda.

Con la completa atención de parte de Nadia, le contamos sobre la apuesta y le entregamos el certificado de $10.  Ella quedó anonadada y casi rompió en llanto.  Nadia es una madre soltera con dos hijos adolescentes, balanceando una vida familiar, un trabajo a tiempo completo y la escuela.  Nos contó que nunca había hecho algo como eso por ella antes.

Después, mi esposa y yo estuvimos de acuerdo de que esos fueron los mejores $10 jamás gastados.  Y ahora, hemos iniciado una tradición a continuar no sólo durante nuestro día de compras de Navidad una vez al año, sino en otras ocasiones también.

Imagínense, una sencilla tarjeta de regalo de $10 puede aumentar la confianza de una persona y hacerla sentir realmente bien sobre sí misma.  No requiere de mucha inversión para tener un impacto en la vida de otros.

No puedo creer que no pensásemos en esto años antes… pero estoy agradecido que no nos tomó más años darnos cuenta de esta sencilla verdad.  Y nunca más andaremos por allí sin llevar una tarjeta de regalo de $10 en la billetera para apreciar el esfuerzo o bondad de alguien.

William Stuart
Fuente: www.AsAManThinketh.net
El pensamiento de hoy nos presenta no sólo con una buenísima idea sino también con un serio desafío… que de ninguna manera está reservado ni restringido a personas con mucho dinero.  Se trata de reconocer y apreciar la actitud y acciones de gente con la que nos topamos en la vida… y a algunos de ellos jamás pudiésemos volverlos a ver.  Pero si tan sólo podemos expresarles aprecio, darles una palmadita en la espalda, o entregarles algún regalito que marque dicho aprecio, tal vez estemos haciendo la diferencia en esa persona para el resto de su vida.  ¿Cuántas veces dejamos que los hechos realmente buenos pasen inadvertidos como si no fuesen importantes?  ¿Por qué no seguir el ejemplo del autor del pensamiento y atrevernos a hacer la diferencia… en Navidad y durante todo el año?  Adelante y que el Señor les bendiga.

Raúl Irigoyen
El Pensamiento Del Capellán