Me sorprende cómo Dios comunica ciertas lecciones.

Aparentemente, no debo estar escuchando en la forma tradicional porque Él siempre parece usar la naturaleza, a mis hijos ó a mis perros para enseñarme cosas de mí mismo.

Al pasear hoy a mi perra, Chelsea, observé que estaba peor que nunca jalando, casi se estaba ahorcando a sí misma.  Tiene una cuerda de 8 metros que le permite moverse 8 metros en cualquier dirección sin sentirse incómoda.  Sin embargo, Chelsea parecía siempre querer tensar la cuerda lo más posible para alcanzar el siguiente “lugar” en el camino.

Recuerden que caminamos en esa dirección por lo que llegaremos a ese “lugar” en cuestión de minutos.

 Chelsea estaba tan ocupada buscando el siguiente lugar y momento que fallaba en disfrutar el lugar en el que se hallaba.  Con 8 metros en cualquier dirección, sólo parecía concentrarse en los 30 centímetros que no podía alcanzar frente a ella.  Todo el tiempo que nos movíamos hacia adelante, ella quería estar en algún lugar distinto, más allá.  Sus ojos siempre estaban un paso más allá de dónde nos encontrábamos.

Cuando pienso cuan ridícula era ella, me doy cuenta cuánto también lo soy yo.  Dios ha estado intentando enseñarme a disfrutar el momento mientras avanzamos hacia adelante.

¿Por qué me estoy prácticamente ahorcando a mí mismo para alcanzar el siguiente lugar y fallo en disfrutar la belleza del lugar en que me encuentro?

Mientras esté avanzando, ¿por qué no disfrutar el viaje?

Tomé la decisión de disfrutar las cosas que generalmente doy por sentadas.  Ese día, me hallé disfrutando más aún las cosas pequeñas en mi vida.

No tomé una ducha ese día pensando en lo que necesitaba hacer ese día.  Disfruté mi ducha pensando en el agua caliente y cuán agradecida de estar en nuestro país.  Podía tomar una ducha a la hora que quisiese; tal vez haya sido la mejor ducha que jamás tomé en mucho tiempo.

 Puedo decirles honestamente que experimenté más placer de las labores cotidianas de lo que puedo recordar.

Qué hermosa lección aprendí de mi dulce Chelsea.  Oro que pueda seguir disfrutando el lugar en que me encuentro, mientras continúo avanzando al lugar en el que quiero estar.

 Tanto gozo puede radicar en la travesía si puedo contentarme con dónde estoy y no jalar de continuo a donde todavía no estoy lo suficientemente lista para estar.

Quisiera decir que Chelsea aprendió su lección pero eso sería mentirles.  Todavía se muere por alcanzar el siguiente lugar en el pavimento cuando todo lo que necesita está allí mismo, bajo sus narices.

Jo Ann Brown

Fuente: www.AsAManThinketh.net

 

Si bien es cierto que esta no es la primera lección que un amo saca de sus mascotas, no deja de impresionarme cómo la autora del pensamiento de hoy capta la necesidad que todos tenemos de disfrutar de la vida, un paso a la vez.  Y es que necesitamos comprender que cada paso, cada etapa, cada época de nuestra vida tiene mucho que enseñarnos y nosotros, mucho que disfrutar.

El Señor nos llama la atención al mismo principio al advertirnos que “baste a cada día su propio afán”.  ¿Por qué empecinarnos en vivir el mañana cuando éste nos va a llegar a su debido tiempo?  El problema no es querer visualizar lo que el futuro nos pueda deparar para prepararnos, sino dejar de vivir el presente (que nos ha sido dado por Dios hoy) para querer vivir en un futuro que no nos  ha sido dado todavía.

Tal vez esa sea la razón para tanta ansiedad a nuestro alrededor…nos preocupamos demasiado por problemas de mañana, problemas que tal vez nunca se
materialicen.  ¿Por qué no mejor seguir el consejo divino, ilustrado con mucho humor por una dueña de un perro?

Adelante y que Dios les bendiga.

Raúl Irigoyen
El Pensamiento Del Capellán.