Cuando las palabras duelen

¿Te ha pasado que alguien, con sus palabras o actitudes, intenta hacerte sentir menos? A veces esas heridas vienen de conocidos, familiares o incluso personas cercanas. Si estás leyendo esto, probablemente lo hayas vivido.

En la primera parte de este artículo reflexionaremos sobre por qué sucede, qué dice la Biblia al respecto, y —lo más importante— cómo puedes reaccionar con dignidad y esperanza. La palabra clave aquí es me hacen sentir mal — un sentimiento que muchos conocen, pero pocos saben cómo manejar correctamente.

Qué significa “me hacen sentir mal”

Sentirse herido, desvalorado o menospreciado es más común de lo que creemos. Puede manifestarse de muchas formas:

  • Críticas constantes o rechazo emocional.
  • Comentarios hirientes disfrazados de “consejos” o “bromas”.
  • Comparaciones que hieren tu autoestima.
  • Actitudes de indiferencia, desprecio o manipulación.

Cuando alguien te hace sentir mal, no siempre es consciente de su impacto. Pero lo más doloroso ocurre cuando la persona que debería apoyarte te rebaja. Esa desvalorización afecta tu identidad, tu autoestima y puede minar tu paz interior.

Lo que la Escritura nos enseña

En su carta a los cristianos en Corinto, el apóstol Pablo compartió su propia experiencia con el dolor, el rechazo y el sufrimiento. Él escribió:

“En todo somos atribulados, mas no angustiados; dudamos… mas no desesperamos; padecemos persecución, mas no somos desamparados; somos abatidos, mas no perecemos.”

Este pasaje nos recuerda que sufrir ataques o críticas no significa que estamos solos o que estamos derrotados. Al contrario: nuestra fe puede ser el refugio que nos sostenga — y la plataforma que nos impulse a levantarnos.

Cuando alguien te hace sentir mal, recuerda: no eres lo que esa persona dice; eres lo que Dios dice que eres. Eso tiene un valor incalculable.

Por qué algunas personas insisten en herir

¿Por qué algunas personas parecen empeñadas en causar daño emocional? Las razones pueden ser muchas, pero generalmente tienen raíces profundas:

  1. Inseguridades internas: A veces quien critica busca sentirse poderoso —enmascarando sus propias inseguridades.
  2. Heridas no sanadas: Dolor pasado, resentimiento o envidia pueden traducirse en acciones destructivas.
  3. Falta de empatía: No reconocer el valor del otro puede llevar a tratarlo como si no importara.
  4. Conflictos personales o de control: Algunos intentan dominar a través del menosprecio o la manipulación.

Entender por qué alguien actúa así puede ayudarte a no tomarlo como algo personal, aunque duela. Reconocer la raíz del problema te da perspectiva y libertad para decidir cómo reaccionar.

Qué puedes hacer cuando te hacen sentir mal

No estás obligado a quedarte en silencio ni permitir que otros dañen tu paz. Aquí tienes pasos concretos que puedes aplicar hoy mismo:

1. Reconoce tus emociones

Permítete sentir: tristeza, enojo, confusión. Reconocer lo que sientes es parte del proceso de sanación. No lo ignores ni lo minimices.

2. Busca refugio en tu fe

Orar, meditar en la Palabra de Dios o compartir con alguien de confianza puede renovar tu espíritu. Como dice Pablo, aunque enfrentemos dolor, Dios está presente y nos sostiene.

3. Establece límites saludables

Si alguien constantemente te desvaloriza, quizá necesites tomar distancia o expresar con claridad que no tolerarás ese trato. Decir “no” es un acto de amor propio y de respeto.

  • Evita conversaciones donde sabes que siempre serás menospreciado.
  • No aceptes críticas destructivas disfrazadas de “consejos”.
  • Rodéate de personas que te edifiquen y te apoyen.

4. Fortalece tu autoestima

Haz una lista de tus logros, talentos y valores. Reconoce lo que eres —no lo que otros dicen que debes ser. Escribe tus virtudes, tus dones, lo que te hace especial.

5. Transforma tu dolor en crecimiento

Las experiencias difíciles pueden convertirse en oportunidades para crecer. Si te hicieron sentir mal, úsalo como impulso para valorar más tu identidad, tu fe y tu propósito.

Historia personal: cuando aprendí a valorarme

Permíteme compartir algo de mi vida. Hace algunos años, viví una temporada en la que personas cercanas me criticaban constantemente —mi familia, amistades, incluso compañeros de trabajo. Me hacían sentir inútil, sin talento, como si no valiera nada. Cada palabra era una herida, cada reproche una carga pesada.

Durante un tiempo me sentí hundido. Me preguntaba: ¿qué hago mal? ¿Por qué no soy suficiente? Pero un día, al leer aquel pasaje de Pablo, me detuve. Recuerdo que oré y dije: “Señor, tus palabras son mi valor. Que lo que otros me digan no defina quién soy tú.”

Con el tiempo aprendí a establecer límites, a rodearme de gente que me valoraba, y sobre todo, a reconocer mi identidad en Dios. Hoy me siento más fuerte, más genuino y con paz interior. Esa transformación no fue fácil, pero valió la pena.

Si tú estás pasando por algo parecido, quiero que sepas: no estás solo. Puedes salir adelante con fe, con decisión y con amor propio.

Lo que NO debes hacer

Cuando alguien te hace sentir mal, estas reacciones suelen ser contraproducentes:

  • No te culpes a ti mismo pensando que eres “demasiado sensible”.
  • No respondas con agresión o menosprecio. Eso casi siempre genera más conflicto.
  • No aceptes que te controlen emocionalmente. Tú mereces respeto.
  • No te aísles completamente — busca apoyo en personas sanas.

Evitar estas reacciones te ayudará a sanar sin perder tu paz ni tu dignidad.

Cómo apoyar a otros que “se sienten mal”

Si conoces a alguien que atraviesa este dolor, tu apoyo puede marcar la diferencia:

  • Escucha sin juzgar. A veces lo que necesita es que alguien le diga «te creo».
  • Anímale con palabras de aliento. Recuérdale su valor, su identidad, lo que Dios dice de él o ella.
  • Acompáñale a buscar ayuda espiritual o profesional si es necesario. No minimices su dolor.
  • Invítale a orar, a leer la Biblia juntos o sencillamente a hablar sinceramente.

Tu presencia puede ser un refugio en medio de la tormenta.

Reflexiones finales: tu valor no depende de opiniones

Cuando alguien te hace sentir mal, no olvides que tu valor no depende de las palabras o las decisiones de los demás. Tu valor viene de tu Creador.

Cada herida puede transformarse en una oportunidad para crecer, para sanar, para reafirmar quién eres en el plano espiritual y emocional.

Te invito a que hoy decidas defender tu paz, proteger tu autoestima y vivir como quien realmente eres.

“Porque tú creaste mis entrañas; me formaste en el vientre de mi madre.” Salmo 139:13

Y ahora te pregunto a ti: ¿Qué pasos vas a dar hoy para recuperar tu valor y tu paz interior?

 

Escucha el mensaje del Dr. Serafín Contreras Galeano aquí: