Un experto en administración del tiempo dirigía a un grupo de estudiantes de negocios.  Sacó una jarra que contenía una gran cantidad de líquido y la colocó sobre la mesa.  Luego tomó una docena de rocas de la medida de un puñado y con cuidado las colocó dentro de la jarra.  Luego preguntó:

-¿Está llena la jarra?

Todos dijeron que sí.  Luego buscó debajo de la mesa y sacó un balde de grava.  Lo vertió en la jarra y la agitó, y preguntó al grupo otra vez:

-¿Esta llena la jarra?

Esta vez la clase lo observaba.

-Es probable que no -respondió un alumno.

Luego el instructor buscó debajo de la mesa y agarró un balde con arena. Él vertió la arena dentro, rellenando todos los espacios vacíos que quedaban entre las rocas y la grava.  De nuevo preguntó:

-¿Está llena ahora?

-¡No!  -gritaron todos.

Después, vasió un recipiente con agua y comenzó a verterla dentro de la jarra hasta que la misma se llenó hasta el borde.

-¿Cuál es el objetivo de esta ilustración?  -preguntó.

Un estudiante sugirió:

-No importa cuán llena esté su agenda, siempre puede llenarla con más cosas.

-No -replicó el maestro-, la verdad que nos enseña esta ilustración es: si no pueden poner las rocas grandes primero, nunca lo harán.

Pregúntese: ¿Cuáles son las rocas grandes en mi vida?  Ponga primero esas en el jarro.

Mateo 6:21
Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.

Fuente:  El libro devocionario de Dios para el Centro de Trabajo, Editorial UNILIT