No hay dudas de que todos hemos oído alguna vez la frase:  Hablas tan fuerte que no puedo escucharte.  Un viejo poema confirma que el buen consejo de medir tu lengua ha sido dado prácticamente por toda cultura, raza o tribu.

La invertebrada lengua, tan pequeña y débil, puede destruir y matar, declaran los griegos.

La lengua destruye las más grandes hordas, afirman los turcos, como una espada.

El proverbio persa dice con sabiduría: ¡Lengua larga, muerte temprana!.

O a veces usan esta versión:  No dejes que tu lengua corte tu cabeza.

La lengua puede pronunciar una palabra cuya velocidad excede el límite, dicen chinos.

Los árabes dicen:  El almacén de la lengua es el corazón.

De los hebreos viene la máxima expresión: Los pies pueden patinarse, pero la lengua nunca debe hacerse.

El sagrado escritor corona a todos:  El que guarda su lengua guarda su alma.

La solución a la cartera armamentista… a las elevadas tazas de criminalidad, abuso y divorcio… puede muy bien yacer… en la lengua.

Las palabras de un padre son como un termostato que establece la temperatura en un hogar.

Proverbios 18:21
La muerte y la vida están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos.

Fuente: El libro devocionario de Dios para Papás, editorial Unilit