En 1972, la revista Life publicó una historia sobre las increíbles aventuras de John Goddard. Cuando él tenía quince años, su abuelo expresó: Si yo hubiera hecho eso cuando era joven… Determinado a no hacer esa declaración al final de su existencia, John escribió unas cientos veintisiete metas para su vida.

Nombró diez ríos que deseaba explorar y diecisiete montañas que anhelaba escalar. Estableció metas para convertirse en explorador, viajero por el mundo y en piloto. También en su lista estaba montar un caballo en el Desfile de las Rosas, sumergirse en un submarino, volver a hacer los viajes de Marco Polo, leer la Biblia de principio a fin, y leer todas las obras de Shakespeare, Platón, Dickens, Sócrates, Aristóteles y otros autores clásicos. Deseaba aprender a tocar la flauta y el violín, casarse, tener hijos (tuvo cinco), hacer una carrera en medicina, y servir como misionero para su iglesia.

¿Suena imposible? ¡A la edad de cuarenta y siete años, John Goddard había logrado ciento tres de sus metas!

Tu lista de metas puede que no sea tan extensa como la de John Goddard, pero si careces de algunas de ellas, verás que tienes poca motivación para levantarte en la mañana y poca satisfacción mientras tu cabeza toca la almohada cada noche.


Motivación es cuando tus sueños se ponen ropa de trabajo.

Colosenses 3:23 Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres