Un hombre se sentó una vez a cenar con su familia.
Antes que comenzaran a comer, los miembros de la familia unieron sus manos alrededor de la mesa y el hombre hizo una oración, agradeciendo a Dios por el alimento, las manos que prepararon y por la fuente de toda vida.
Durante la cena, sin embargo, él se quejó por lo viejo que estaba el pan, el amargor del café y por un poco de moho que encontró en una punta del pedazo de queso. Su hija la preguntó:
-¿Papá, crees que Dios te oyó dando las gracias antes de la cena?
-Por supuesto, querida le respondió con confianza.
Luego ella le inquirió:
-¿Crees que Dios escuchó todo lo que se dijo durante la cena?
El hombre le respondió:
-Pues sí, yo creo que sí. Dios escuchó todo.
Ella pensó por un momento y luego argumentó:
-¿Papi, cuál de las dos conversaciones piensas que Dios creyó?
El Señor escucha todo lo que decimos durante el día, no solo esas palabras que están dirigidas a él en específico. Una vez que has dicho algo, no puedes tomarlo de regreso. ¿Te molestaría si Dios escuchara tu conversación?
Una Vez que se escapa una Palabra, No puede ser Recogida
Efesios 4:29
No salga de vuestra boca ninguna palabra mala,
sino sólo la que sea buena para edificación,
según la necesidad del momento, para que imparta
gracia a los que escuchan.
maravilloso,aprendamos a amar a Dios, con respeto y perseverancia,si se pide que Dios bendiga los alimentos, siempre serán buenos y se recibirá con humildad,
Cuán cierto es el cuidado que tenemos que tener con las palabras que salen de nuestra boca. Hemos sido llamados para edificar. Debemos poner más cuidado a lo que dice Santiago en su carta en relación con nuestras palabras.
Gracias por estas palabras.
Hermosa enseñanza. Gracias me encantan los mensajes. Un abrazo desde Chile.
Pensar bien antes de hablar en cualquier situación mucho más sinos dirigimos al Señor que todo nos lo da en su infinita misericordia , palabra dicha es palabra dicha