“Hace mucho tiempo, Dios habló muchas veces y de diversas maneras a nuestros antepasados por medio de los profetas. Y ahora, en estos últimos días, nos ha hablado por medio de su Hijo.”
Hebreos 1.1-2

Escuché a un hombre de Montaña decir, “Si crees que lo sabes todo, es difícil aprender algo.”

Todos tenemos nuestra manera de pensar, maneras arraigadas en nosotros desde el nacimiento. De hecho, desarrollamos autopistas neurológicas que nos dificultan aún mas el pensar diferente.

De igual manera, nuestras creencias son arraigadas en nosotros. Hacemos las cosas de cierta manera, creemos ciertas cosas y en cierto sentido, sabemos lo que sabemos.

El pensar cosas nuevas, el creer en nuevas cosas y aprender nuevas cosas, todas requieren de una acción intencional de nuestra parte.

El libro de Hebreos fue escrito por un grupo de gente que tenía arraigadas profundas maneras de pensar y de creer. Ellos tenían miles de años de generaciones y cientos de años de tradiciones que definían quienes ellos eran.

Jesús redefinió mucho de eso y en el libro de Hebreos leemos muchas explicaciones y enseñanzas sobre como todo se une. Algunas personas pudieron aprender y reestructurar sus paradigmas, pero otros no. Los que pensaron, “ya lo sé todo” se perdieron del regalo mas grande, una relación sin obstáculos con su creador.

Yo sé que a veces es difícil aprender cosas nuevas. No sé si es por miedo a fracasar, por orgullo o simplemente ignorancia, lo que nos impide.

Todos tratamos con esto en algún nivel. Todos, en algún momento pensamos, “Ya sé como hacer esto”, o “Sé más que aquella persona, entonces por qué me esta enseñando?” Cuando pensamos así, nos perdemos de mucho.

Hoy, no actúes como si lo sabes todo. Cuando se te presenta la oportunidad de aprender, cierra tu boca, escucha y aprende.

Dios quiere cultivar en ti una persona dinámica, pero eso exige que aprendas y desarrolles. No estoy diciendo que no sabes nada, pero si sé que no lo sabes todo.

Robert & Rebecca Vander Meer
LaArboleda.net
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