Como el águila que excita su nidada, Revolotea sobre sus pollos, Extiende sus alas, los toma, Los lleva sobre sus plumas; Deuteronomio 32:11e de mí, que me creí apto para el vuelo, abandoné el nido y caí antes de poder volar!”.

A raíz de una reflexión anterior que el Señor me dio para escribir, la cual titulé el Águila y la tormenta, destacaba la capacidad increíble, y sabiduría dada por Dios que tiene este ave para volar sobre la tormenta, y no debajo de la tormenta, recibí  la pregunta de una mujer que decía; ¿cómo puedo hacer para volar como un águila sobre la tormenta?…como suelo hacer, antes de contestar mis correos electrónicos, le pedí dirección al Señor, quien de inmediato me trajo una respuesta que lleno profundamente mi corazón…

El dijo; antes de ser un águila  sobrevolando en las alturas,  este fue un pequeño polluelo en un nido…en el cual tuvo que ser calentado, alimentado, cuidado, y enseñado por sus padres…no hay forma alguna como un pequeño y diminuto polluelo pueda volar por si solo…una de las enseñanzas preciosas de estos animales es que cuando ellos consideran que sus polluelos están lo suficientemente emplumados, la madre empieza a remover el cómodo y tibio nido…hasta que llega un momento  en que el nido es desecho, y los que fueron bebes tienen que aprender a dormir en la intemperie, y luego su padre les ira enseñando a volar…arrojándolos hacia el vacío, observándoles cuidadosamente, bajando mucho antes que puedan llegar  a lastimarse…y así cargándoles sobre sus fuertes y poderosas alas, los elevara para dejarlos caer, hasta que puedan aprender a valerse por sí mismos.

Como el águila que excita, es decir inquieta, despierta, incita su nidada,  llega el día que nuestro Señor sabe que tiene que inquietar nuestra comodidad…enseñarnos a volar, desafiarnos a extender las alas para ir a las alturas…que sería de un ser humano que se queda en la misma condición durante muchos años, esperando siempre que le lleven el alimento, que le den calor, y atención continua.

Pablo nos enseña  que Cuando somos niños, hablamos como niños, pensamos como niños, jugamos como niños, más cuando somos adultos, debemos dejar todo lo que es de niños…cuando nacemos de nuevo en Cristo Jesús, debemos de seguir un proceso de crecimiento, desarrollo y madurez …la única manera de ser efectivos, es decir de utilidad en el reino de Dios aquí en la tierra, es siendo discipulados  a través de los principios de la Biblia… por medio del conocimiento es que aprendemos un nuevo lenguaje, una nueva forma de  ver, hablar, oír, pensar, tocar…solo cuando nos sentamos para aprender esta nueva forma de vida es que llegaremos a desarrollar nuestras alas para ir a las alturas, siendo hijos fuertes y valientes…y así, posteriormente tendremos nuestro propio nido, alimentando a otros, para luego enseñarles a volar…a esto Jesús le llamo hacer discípulos en todas las naciones, enseñándoles que guarden todas las cosas que nos  ha mandado…cuando éramos niños necesitábamos que otros se ocuparan de nuestras necesidades, pero al ser adultos  nosotros debemos ocuparnos de otros…Juan15:5  Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.

Querido amigo, querida amiga, como siempre dos opciones, te acomodas a vivir en ese nido sin desarrollarte, buscando que otros te alimenten, o te mudas a vivir en Jesús, para aprender todo lo que El quiere enseñarte, sabiendo que ahí tus alas un día se levantaran para construir tu propio nido, donde empollaras a otros.

Semillas de Vida
Elsa de Moran
[email protected]

¿Tienes la seguridad de que cuando mueras vas a estar con Jesús? ¿Quieres tener la seguridad de la vida eterna?  Te invito a hacer esta oración…..”Señor Jesús, vengo ante ti, tal como soy. Te pido perdón por todos mis pecados y renuncio a todo contacto con lo oculto en el que yo haya participado consciente o inconscientemente buscando la guía, el poder, el conocimiento o la sanidad (Por favor sea lo más especifico que pueda), estoy arrepentido de todos mis pecados, por favor, ¡PERDONAME SEÑOR! En tu nombre, perdono a todos los que me han ofendido (Tráelos a todos a la oración); entrego a ti todo mi ser, te abro las puertas de mi corazón, te invito a entrar en mi vida y decido aceptarte como mi único Señor, Dios y Salvador. Reconozco que he llevado una vida ingobernable, pero ahora decido por voluntad propia someterme a tu Señorío, Sáname, cámbiame, fortaléceme en cuerpo alma y espíritu. Ven Señor Jesús, cúbreme con tu preciosa sangre y lléname con tu Santo Espíritu. AMEN!”