Entonces decía: ¿A qué es semejante el reino de Dios y con qué lo compararé? (Luc 13:18)

Y Con Qué – Si alguna vez existió una frase que nos muestre que Jesús pensaba y hablaba como un rabino judío del primer siglo, ¡es esta! “Y con que lo compararé” es una frase particularmente común entre los rabinos.

El judaísmo rabínico desarrolló la forma literaria de las parábolas como ningún grupo lo había hecho antes. Esta frase introductoria se usaba una y otra vez en la enseñanza rabínica. Cuando Jesús usa estas palabras, El se anuncia como uno de los rabinos. Y, evidentemente, estas palabras eran familiares a todos los que las escucharon. Eran las mismas palabras introductorias que escuchaban cada vez que enseñaba un gran rabino.

De este hecho aprendemos dos lecciones muy importantes. Primero, simplemente no es posible comprender a Jesús desde la perspectiva griega. Si, los documentos del Nuevo Testamento son griegos. Si, los estudios de palabra de los documentos del Nuevo Testamento deben comenzar con griego. Si, la mayoría de los ministros y estudiantes de la Palabra de Dios enfatizan el griego. Pero el idioma de nuestro Señor no fue el griego. El era parte de la tradición rabínica. Caminaba con rabino. Reunía a sus discípulos como rabino. Si deseamos comprender lo que Jesús decía, debemos entrar en Su cultura y Su idioma.

Segundo, una vez que sabemos que Jesús era considerado parte de la tradición rabínica, podemos comprender porque se sorprendían tanto las personas con Sus enseñanzas. Se sorprendían porque lo que enseñaba era nuevo. El sí tuvo aportes importantes a la Palabra de Dios pero no era eso lo que los asombró.

Se asombraron porque, aunque enseñaba con rabino, El no tenía el pedigrí ni utilizaba la misma metodología que los rabinos. Cuando enseñaba el rabino, casi siempre citaba a un rabino anterior – a quién había sido su maestro. EL método era una forma oral de notas de pie de página y referencias. De hecho, la mayoría del tiempo, un rabino memorizaba el comentario de su maestro y lo repetía cada vez que enseñaba. Pero Jesús no hizo esto. Jesús llego sin el pedigrí esperado.

No señalo una larga línea de maestros. No citó a otros sabios. Enseñó “como uno con autoridad,” taquigrafía para decir que enseñó como si El mismo había sido el autor de los comentarios. Esto podrá parecernos perfectamente aceptable a nosotros, pero en el judaísmo del primer siglo, era insólito. Las personas se sorprendían porque El era original – y El enseñaba sobre la Palabra sagrada e inalterable d Dios.

Esto ya no nos parece sorprendente. Estamos tan acostumbrados al Jesús griego que no escuchamos las palabras del Yeshua hebreo. Quizás es una de las razones por la que lo malinterpretamos con tanta facilidad. Nos desbocamos en los comentarios del texto griego sin descubrir primero como era un judío del primer siglo. ¿Crees que gran parte de la controversia que tenemos los cristianos de hoy podría desaparecer si tan solo hiciéramos un poco de tarea cultural?

Dr. Skip Moen
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