En un castillo oriental se encontraron con la muerte de uno de sus guardianes y fue preciso encontrar un substituto.
El gran Maestro convocó a todos los discípulos para determinar quién sería el nuevo centinela y con mucha calma
dijo: “Asumirá el puesto quien resuelva el problema que voy a presentar”
Entonces, colocó una magnífica mesa en el centro de la sala con un jarrón de porcelana y una rosa de extraordinaria belleza en él, y dijo así: “¡Aquí está el problema!” Todos quedaron asombrados mirando aquella escena: un hermoso
jarrón, una maravillosa flor en el centro. ¿Qué representaría? ¿Qué hacer? ¿Cuál es el enigma? En ese instante, uno de los discípulos sacó una espada, miro al gran Maestro y a todos sus compañeros, se dirigió al centro de la sala y… ¡zaz!… destruyó todo de un solo golpe.
Tan pronto el discípulo retornó a su lugar, el gran Maestro dijo: “Usted será el nuevo guardián del Castillo”. Aunque veas algo muy lindo, si hay un problema, precisa ser eliminado. Un problema es un problema y no podemos asumir riesgos.
Muchas personas cargan la vida entera con el peso de cosas que fueron importantes en el pasado y que hoy solo ocupan un espacio inútil en sus corazones y mentes. Si el problema es un sentimiento de rencor o reproche que en algún momento te hizo daño, eso solo forma parte de un pasado.
Hay un proverbio chino que dice: “Para poder beber vino es necesario tirar primero el té”
Limpia tu vida, comienza por las gavetas, armarios, hasta llegar a las cosas que ya no tienen más sentido y que están ocupando espacio, que muchas veces, lejos de ayudarte, te hieren y te impiden tomar un curso diferente en tu vida.
El pasado sirve como lección, como experiencia, como referencia. El pasado sirve para ser recordado y no para ser revivido.
Usa las experiencias del pasado en el presente, para construir tu futuro.
2 Corintios 5:17 “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.”