Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma. — 3 Juan 2 .

Hay una gran cantidad de cosas que nos afectan más de lo que pensamos; y lo que pensamos que hemos establecido claramente como la causa de algo, con frecuencia resulta no tener la culpa. Por ejemplo, el virus que sospechamos que ocasionó la irritación de nuestra garganta, en realidad era una bacteria.

De manera similar ¿quién sabe si un dolor de cabeza se deba a la falta de sueño o de cafeína, al estrés, a una reacción alérgica o a la gripa? Las migrañas son el enigma de todo el mundo. Los líderes empresariales o los del mundo del entretenimiento pueden atribuir su éxito a ciertos factores, en retrospectiva, pero hasta ellos saben que en realidad no saben cómo lo hicieron.

Simplemente hay demasiados elementos y variables flotando por todo el mundo. Por ejemplo, cada vez, que te subes a la báscula y deseas pesar menos, estás en medio de una mezcla de varias fuerzas convergentes que tuvieron su parte para llevarte al punto en el que ahora estás: el tentador pastel de queso de anoche y la evidente falta de fuerza de voluntad, el horario tan apretado que ha hecho del ejercicio regular algo casi imposible, la simple herencia, el aumento de los años y un metabolismo que se va haciendo lento y por supuesto, la gravedad.

En tales momentos es muy consolador recordar que en realidad tú no pesas nada. En realidad no tienes una pesadez o peso intrínseco, aun cuando tienes masa. Es sólo que la gravedad te tiene agarrado y no te dejará ir.
En la luna la gravedad no es mucho problema. Tus casi ciento sesenta y cinco libras aquí en la tierra, allá serían sólo veintiocho libras, y entre aquí y allá, tu peso desparecería todo junto. La falta de peso no se debe a un cambio de tu composición fundamental; es ocasionada por la pérdida de la gravedad, no por la pérdida del apetito.

La gravedad es un ejemplo excelente de los muchos poderes invisibles que afectan nuestras vidas diarias. Aunque es la villana principal detrás de la desagradable caída cuando no viste el peldaño de las escaleras, es en gran parte una de las “creencias” que hay en el mundo, la cual difícilmente pensarías en incluir en la explicación dada a un amigo sobre el moretón de tu brazo. Todo lo que piensas en decir es: “No estaba prestando atención en dónde pisaba.”

Hay mucho que está sucediendo en la vida. Y no todo sucede a nuestro modo. A causa de tu deseo sincero de caminar “como es digno del Señor” en todas las áreas de tu vida, quieres abarcar todo lo que Él quiere para ti. Querrás prosperar espiritualmente como respuesta amorosa y agradecida a Él.

Sin embargo, habrá tiempos en los que te quedarás perplejo y te preguntarás por qué no progresas como quisieras en tu diario caminar. Te encontrarás a ti mismo obstaculizado y empantanado como si estuvieras arrastrando una bola de hierro con una cadena. Te preguntarás por qué el obedecerlo, de repente se siente como ir
nadando contra la corriente de un río caudaloso. Incluso cuestionarás tu propia sinceridad y fe cuando parezcas incapaz de dejar de hacer eso que sabes que está mal.

LaBiblia nos habla de que en el mundo hay una dinámica y varias fuerzas específicas que están totalmente contra nosotros y son diametralmente opuestas a los propósitos de Dios en nuestras vidas. No es que queramos darles atención excesiva o que enfoquemos nuestra atención exclusivamente en ellas y luego reaccionemos con miedo ante su existencia. Puesto que “no nos ha dado Dios espíritu de cobardía” (2 Timoteo 1:7), y debido a Su grandeza y poder, no tenemos necesidad de “amedrentarnos por nuestros adversarios” o de retroceder ante ningún tipo de antagonista espiritual. Sabemos  que aun cuando las fuerzas de maldad algunas veces parecen más poderosas que el Señor, Él siempre es mayor en poder, majestad y dominio.

Hoy estoy seguro que a pesar de los ataques del enemigo, Dios me prosperará.

Señor, Gracias por sostenerme en medio de las luchas diarias y en Jesucristo soy más que vencedor. En el Nombre De Jesús. Amén.

Dr. Daniel A. Brown.
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