Por tanto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne. Genèsis 2:24

Se Unirá – Primero, afiancemos lo que asumimos.  El matrimonio es el estado normal de las cosas, un fundamento esencial de la sociedad, el diseño intencionado del Creador y la condición apropiada de un hombre y una mujer.  No existen textos bíblicos que apoyen una alternativa para la preservación de la sociedad.  Pero, segundo, no es esta la razón para que el hombre deje su casa de origen y adhiera su fidelidad a su esposa.  ¿Notaste que el versículo comienza, “por tanto”?

Eso significa que existe algo antes de éste pensamiento que tiene que ver con el “dejar y unirse.”  Y lo que precede al versículo 24 es la expresión gozosa de Adán proclamando que esto es demasiado bueno para ser cierto.  Sólo un hombre necio no lo vería.   Un hombre deja el hogar de su niñez y adhiere su fidelidad a una esposa porque Dios suple sus necesidades más profundas de compañía en la creación de la mujer.  Por eso es que deja.  Está diseñado de esa manera.  La perspectiva no es sobre lo que necesita la mujer (un hombre, según la mitología popular) para sentirse completa.  La perspectiva es lo que falta de la vida del hombre antes que Dios provee la compañía verdadera y perfecta.

Pero ahora nos encontramos con un problema.  La palabra hebrea es “davaq”. Tiene que ver con súper adhesivo.  Es la cosa pegajosa del matrimonio – ese compromiso inquebrantable de fidelidad, lealtad, honor y obediencia que nace con las relaciones humanas más profundas.  Es la clase de compromiso que la Biblia describe en el Cantar de Cantares (posesión apasionada, sacrificio devoto y gozo sensual).  Es la clase de fidelidad que vemos en José, esposo de María (y no es, dicho sea de paso, lo que vemos en Abraham).  Es el esposo de Proverbios 31:29 proclamando con orgullo que ella las sobrepasa a todas.  Es aferrarse y mantenerse unidos como las escamas en un cocodrilo (Job 41:17).  Y todo eso es una imagen de la fidelidad que Dios muestra hacia nosotros, y que nosotros debemos mostrar hacia El.  Es idioma de pacto.

Desafortunadamente, para la mayoría de nosotros esto es mera teoría.  Reconocemos que esto es lo que el matrimonio debería ser, que es lo que Dios desea que sea, pero la realidad está atrapada en la prensa del mundo caído.  No tenemos matrimonios utópicos.  Tenemos matrimonios terrenales.

Es realmente buena que la Biblia no es un libro sobre ética.  No es un manual sobre éxito positivo y vidas maravillosas.  Es un libro sobre personas caídas en un mundo caído, luchando para vivir una existencia redimida.  Es la historia cruda y veraz de la fidelidad de Dios y de nuestros errores. Casi todos los héroes de proporciones bíblicas son, en su interior, personas trágicamente caídas.  Sin la intervención de Dios, no les daríamos un segundo de nuestro tiempo.  Y así, dicho sea de paso, somos tú y yo, especialmente en el matrimonio.  Sin la intervención de Dios, nuestros matrimonios serían poco más que intentos frustrantes de negociación.  ¡Ugh!  ¿Quién necesita eso? Yo quiero la gozosa proclamación de Adán, “¡Esta es perfecta para mí!” ¿Cómo sucede eso?

Bien, parece iniciar con “davaq”.  Pegajoso.  ¡Los hombres deben concentrarse en la goma! Las mujeres pueden ser las heroínas del Proverbios 31 si los hombres se les pegan como goma de mascar en un gato.

Escrito por Skip Moen, traducido por Bessy
Dr. Skip Moen.
www.SkipMoen.com