Muchos matrimonios sufren y se sienten cansados porque les frustra lo que hace el cónyuge!
Sonia no está de acuerdo con la forma en que Mario toma decisiones ni con la forma en que hace las cosas. Esta contrariada porque su esposo no toma en cuenta lo que ella le está diciendo que debe hacer.

En el pensamiento de Sonia y desde su perspectiva, Mario debe tomar ciertas decisiones, pero él no las toma en el tiempo y a la manera que Sonia quiere que lo haga.

Esto genera frustración en Sonia, lo cual la indispone con su esposo y genera una tensión en sus relaciones.
 
Si no logran resolver la  situación pronto, el ambiente se puede tornar pesado y se pueden generar más problemas. Esta es una situación muy común hoy en día en los matrimonios.

No logran ponerse de acuerdo. Entonces, ¿Cómo resolver esta situación? ¿Debe Mario ceder a la presión de Sonia? ¿O debe Sonia quedarse tranquila y no molestar a Mario con sus inquietudes? ¿O será mejor no hacer nada?

Enojarse y tratar de imponer el criterio propio, nunca ha dado buenos resultados, sin embargo es por lo general lo que más frecuentemente hacen los cónyuges. Algunos lo hacen de manera fuerte y hasta violenta, mientras otros lo hacen pasivamente, con indiferencia y hasta “educadamente”. Pero la verdad es que de ninguna de esas formas se soluciona el conflicto.

Muchas veces toman decisiones y posteriormente alguno de los dos cambia de opinión provocando frustración en su cónyuge y generando frecuentemente discusiones que lesionan mutuamente la auto-estima.

La solución a esta situación está en que haya una disposición de ambos a escucharse sus pensamientos y sus argumentos sin pretender imponerlos al otro, aunque se tenga la razón. Cuando se establece un diálogo, los dos van a poder expresar la razón de sus pensamientos y sus decisiones.

Al darse esta oportunidad de escucharse atentamente, ambos tendrán la oportunidad de valorar los argumentos del otro y podrán probablemente reconocer que ambos tienen razón en algunas cosas y ambos estaban equivocados en otras. Resultado: ambos aportan lo mejor de sus pensamientos y el matrimonio gana en conocimiento, criterio y afecto.

Efesios 4:2 con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor. Para poder mantener un diálogo edificante, es estrictamente necesario que ambos mantengan una actitud de humildad que les permita estar abiertos para escucharse y reconocer si realmente estaban equivocados en alguna apreciación o tal vez faltaba información.

Una actitud de humildad es una que rechaza el orgullo, la soberbia, la vanidad, la arrogancia y la impertinencia. Humildad es una actitud de respetar y nunca ofender a tu cónyuge por ninguna razón, “aunque tengas la razón”

Si aún después de escucharse atentamente y con la actitud correcta, persisten las diferencias, entonces es tiempo de ponerse sobre sus rodillas y orar juntos a Dios para que les de la sabiduría necesaria para la toma de decisiones correctas. Para lograr tener esta actitud, es indispensable crecer espiritualmente. Sin fortaleza espiritual es prácticamente imposible tener la fuerza y la sabiduría para actuar con la paciencia y la humildad necesaria.

Mat 18:19  “Además les digo, que si dos de ustedes se ponen de acuerdo sobre cualquier cosa que pidan aquí en la tierra, les será hecho por Mi Padre que está en los cielos. 
 
Dios afirma en su palabra que EL honra el acuerdo del matrimonio cuando se ponen de acuerdo para buscar soluciones a sus conflictos o para la toma de decisiones importantes para la familia.

Conversa con tu pareja hoy mismo. Pídele perdón una vez más y pídele que hablen de esas cosas que han provocado conflicto con una nueva actitud de valorar el pensamiento del otro y buscar soluciones en paz y con la sabiduría del Señor.

Tu matrimonio y tu familia es el regalo mas preciado que Dios te ha dado. Cuídalo!

Luis y Hannia Fernandez

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