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¿Qué es la adolescencia? Creo firmemente que es un tiempo especial y de cambios tanto para el muchacho (a) como para la familia. Es un tiempo de transición, de cambios físicos y emocionales, de emoción, de dolor, de rechazo, de aspiraciones, de ilusiones, de decisiones. Ante tal situación, ¿cómo enfrentarse con el adolescente de voluntad firme?

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El adolescente necesita desesperadamente que se le respete. TRÁTELO CON RESPETO. Debido a los cambios rápidos que experimenta el adolescente, a la inseguridad personal y los sentimientos de inferioridad, a las burlas de sus compañeros, etc., su autoestima se ve atacada en nuestra cultura, además en esta etapa de su vida los adolescentes son quebrantados y desilusionados, y por lo tanto necesita desesperadamente un amigo que lo trate con verdadero respeto.

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Es necesario ganar su confianza y respeto y al final ellos desearán conocer al Dios en quien creemos.

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Exprese en palabras los conflictos y restablezca los límites de conducta.
Frente a situaciones donde es necesario explicar al adolescente por qué hacer o no hacer esto o lo otro, a éste se le hace imposible razonar, en cambio reacciona a las fuerzas emocionales, sociales y químicas que las causan. En estos casos es posible que el muchacho esté confundido por el resentimiento y la hostilidad que tanto se han convertido en parte de su personalidad, y es allí donde ellos necesitan el amoroso respaldo de los padres que puedan explicarle la normalidad de esa excitación que experimenta y ayudarle a desahogar la tensión acumulada.

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Vincule el comportamiento de sus hijos con consecuencias deseables o indeseables.
Como padres no podemos enfrascarnos en batallas verbales con los hijos. No discutir con ellos. No someterlos a continuas amenazas, acusaciones y expresiones insultantes. Castigarle físicamente, es imprudente. Se puede usar las circunstancias como no permitirles usar el carro, no ir a la playa, o impedir ciertos privilegios como el uso del teléfono, la radio o la TV por algún tiempo. Se puede también apelar a la razón, a la cooperación y a la lealtad familiar. Vincular el comportamiento de los hijos con consecuencias deseables o indeseables.

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Prepare al niño para la adolescencia.
Criemos niños seguros de sí mismos. Es necesario prepararlos adecuadamente para las presiones sociales, y los cambios físicos que los esperan cuando arriben a la pubertad, dedicándoles bastante tiempo para conversar sobre las experiencias y acontecimientos que se aproximan. Es necesario documentarse y prepararse para dar la mejor ayuda posible al niño.

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Aguante a sus hijos con mano abierta.
Existe un error común que cometen los padres de adolescentes mayores (17 y 19 años), negarse a garantizarles la independencia y la madurez que requieren, de tal manera que los obligamos a hacer una de dos cosas que son destructoras: pasivamente aceptan nuestra sobreprotección y permanecen como niños dependientes cuando son adultos, o se rebelan llenos de ira y rechazan nuestro control e intervención. Es necesario que los padres den libertad a sus hijos, que les permitan cometer errores y aprender de sus propios fracasos cuando todavía son bastante jóvenes. Un adolescente no puede entrar a la edad adulta hasta que nosotros le dejamos libre de nuestro cuidado protector.

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Necesitamos enseñarles que Jesús es todo lo que buscan. Tenemos que introducirlos al Cristo de la Biblia y no nuestra propia versión de El. Mostrarles cómo Dios de forma sobrenatural trabaja en sus vidas por medio de Su Espíritu, cómo se comunica con ellos, cómo los protege, cómo los sana, cómo estar en comunión con El.

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Mover a Jesús de las tradiciones muertas en la vida de los adolescentes a un lugar excitante en sus vidas.

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Dios te bendiga.

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Tu hermana y amiga,

Alva Vargas de Contreras