No digas, yo me vengaré; espera al Señor, y él te salvará. Proverbios 20:22.

No te apresures. Deja que se apacigüe tu ira. Nada digas ni hagas para vengarte. Seguro estarás de haber obrado impunemente si tomas las armas y peleas tus propias batallas, pero no mostrarás el espíritu del Señor Jesús. Mucho más noble es perdonar y olvidar la ofensa.

Guardar rencor en tu pecho, y maquinar la venganza, es mantener abiertas las viejas heridas y producir otras nuevas. Cosa más excelente es olvidar y perdonar. Tal vez digas que debes hacer algo, o de lo contrario perder mucho. En tal caso obra en conformidad con la promesa de hoy: «Espera al Señor, y Él te salvará». El seguir este consejo no te costará dinero, y sin embargo, tiene mucho valor. 

Espera en el Señor, cuéntale tus agravios; extiende ante sus ojos la carta de Rabsaces y esto aliviará tu alma apesadumbrada. Además, atiende a la promesa: «El te salvará». Dios hallará los medios de librarte. ¿Cómo? Ni tú ni yo lo sabemos, pero lo hará. Y si el Señor te salva, esto será mucho mejor que meterte en míseras pendencias cubriéndote de barro para luchar con los malvados. No te irrites más. Deja tus pleitos en las manos del soberano Juez.

Hoy es un día para librarte de la amargura de la venganza y ver la misericordia del Señor.

Señor, Gracias porque tu mano salvadora nunca me dejará y tú eres mi refugio. Amén.

Charles Spurgeon.
Libro De Cheques Del Banco De La Fe.