Y esto erais algunos de vosotros; pero fuisteis lavados, pero fuisteis santificados, pero fuisteis justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios. — 1 Corintios 6:11 .

En un sentido muy real, casi todo lo que Dios hace en, o a través de nosotros es mediante el Espíritu Santo.  Algunas cosas que hace para nosotros las hace completamente solo, sin requerir ningún tipo de participación activa de nuestra parte, pero pide nuestra asociación y cooperación para la mayor parte de lo que hace.

No nos invita a trabajar con Él porque necesite nuestra ayuda, como si Él careciera de algo. No está atorado en algún lugar en la arena, con necesidad de que lo saquemos para que pueda continuar con Su trabajo. No es como si Él dijera: “Si tú no haces tu parte, yo no voy a hacer la mía.”

No es ni petulante ni está perturbado; No está buscando a alguien a quien encomendarle las tareas rutinarias o a que haga las tareas de preparación antes de que pinte la sala. Todo lo contrario. Todas las razones que tiene para querer compartir este ministerio con nosotros es simplemente reforzar cuánto nos ama Dios.

Como un padre orgulloso que quiere agregar nuestro nombre al negocio familiar, Él disfruta detallarnos completamente todas Sus transacciones. Puesto que tú y yo estamos destinados a una eternidad de trabajar con el Señor hombro con hombro, la cooperación con el Espíritu Santo aquí en la tierra se parece mucho a la capacitación para un conductor.

El Espíritu “nos habla a través” de todos los detalles de las situaciones del ministerio y de la vida con el fin de que nos familiaricemos cada vez más con la forma en que las cosas funcionan en el reino de Dios. El Espíritu Santo nos capacita para proclamar a otros el evangelio con poder y unción, y nos dará palabras para hablar, así como maravillas para realizar.  Junto con estas milagrosas manifestaciones externas, el Espíritu Santo quiere hacer una transformación interna en nuestro carácter y personalidad para que éstos también den testimonio del Señor.

Las transformaciones internas que nos capacitan para vivir una vida espiritual verdadera, y las manifestaciones externas que nos dan poder para ministrar a otros, son señales del Espíritu Santo obrando en nuestras vidas.

Hoy estaré listo para cooperar con el Espíritu Santo en lo que me invite.

Señor, Gracias por darme la presencia dulce de tu Espíritu en este día. Viviré cerca de él y atento a su voz. Amén.

Dr. Daniel A. Brown.
Disfrute Tiu Diario Vivir.