Y el Señor dijo a Moisés: Hazte una serpiente ardiente, y ponla sobre un asta; y cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, vivirá. Números 21:8.

Aquí tenemos una gloriosa figura del Evangelio. Jesús, contado con los malvados, está suspendido delante de nosotros. Una sola mirada sobre Él nos sanará de la mordedura de la serpiente del pecado. La curación será inmediata.

«El que miraba vivía». Fíjese el lector, que llora su pecado, en estas palabras: «Cualquiera que mirare a ella vivirá». Todo el que mira comprobará la verdad de esta afirmación. Yo así lo he experimentado. Miré a Jesús, e inmediatamente tuve vida. Puedo testificarlo. Lector, si miras a Jesús, también vivirás. 

Cierto que te estás hinchando con el veneno y ya has perdido la esperanza; pero también es cierto que fuera de esta mirada no hay esperanza de remedio. No se trata de una curación dudosa. «Cualquiera que fuese mordido y mirase a ella, vivirá». La serpiente de metal no fue levantada como un objeto de curiosidad para que la mirasen los sanos; estaba destinada de un modo especial para los «mordidos».

Jesús murió como verdadero Salvador por los pecadores. Si la mordedura ha hecho de ti un borracho, un ladrón, o un impuro, la mirada al Salvador te sanará de todas estas dolencias y te hará vivir en santidad y comunión con Dios. Mira y vivirás.

Hoy nuevamente miraré el Calvario porque solo allí encontraré salud.

Señor, Gracias por dar tu vida en la Cruz y darme salud y sanidad del alma. Vengo a ti nuevamente porque al mirarte en el Calvario recibo salud inmediata. Amén.

Charles Spurgeon.
Libro De Cheques del Banco De La Fe.