El cielo y la tierra pasarán, mas Mis palabras no pasarán. — Mateo 24:35.

Cuando recibiste a Jesucristo como tu Salvador, te convertiste en uno de Sus seguidores; esto es, sigues Sus enseñanzas y Su forma de vivir.  De manera similar, como un discípulo de Jesús, estás capacitado y moldeado por Sus palabras.

No podemos seguirlo literalmente, no podemos ser como las multitudes de la antigüedad que físicamente siguieron a Jesús, incluso hasta al desierto, para ser tocados y enseñados por Él. La única manera en que verdaderamente podemos seguir a Jesús en esta tierra es siguiendo Sus instrucciones para la vida en general y Sus sugerencias específicas para nuestras vidas personales. Esto es lo que significa seguir Sus caminos; lo que Jesús quiso decir cuando dijo que Sus ovejas oyen Su voz .

Eso suena suficientemente fácil en ciertos aspectos, pero la mayoría de las veces, las palabras y los consejos de Jesús van exactamente en sentido contrario a todo lo que se nos ha enseñado. Para una persona natural, las “cosas del Espíritu de Dios… son necedad; y no las puede entender”.

Lo que Dios dice rara vez se ajusta a lo que estamos acostumbrados a pensar o a creer.  De este modo, si queremos “seguir” al Señor, debemos acostumbrarnos a hacernos los sordos a nuestra forma antigua de pensar a favor de los nuevos caminos que Él nos ofrece mediante Sus palabras . Esto es lo que Jesús quiere decir cuando nos pide que nos neguemos a nosotros mismos.  Él dice que si queremos ir en pos de Él, ajustarnos y adaptarnos al lugar adonde va, debemos negar y contradecir las suposiciones y los patrones que han guiado nuestra vida hasta ahora.

En repetidas ocasiones el Señor dice: — “Confíen en Mí, así es como realmente funcionan las cosas…” Los últimos serán los primeros. Da, y terminarás teniendo más. La grandeza viene mediante el servicio.

Entre más escuchas al Señor, más consciente llegas a estar de la enorme contradicción que existe entre Sus palabras y las palabras que estás acostumbrado a escuchar. Es imposible escuchar a ambas. Es como tratar de oír lo que dice si dos cassetes de enseñaza fueran mezclados accidentalmente uno sobre el otro.

Jesús continúa diciéndonos que pongamos atención a Sus palabras, no a las instrucciones que vienen de nuestro propio corazón. Por ejemplo, Él nos dice: “vuélvele también la otra mejilla”, pero nuestra reacción natural al insulto o la herida es desquitarnos. La verdad es que, tratar de “desquitarnos” sólo añade un daño adicional a nuestra alma; nos mantiene bajo el poder del que nos ofende o lastima. Por ejemplo, al volver la otra mejilla, básicamente nos liberamos a nosotros mismos de ser víctimas. Entonces, las conclusiones a las que lleguemos acerca de qué decir, pensar, creer, o hacer en la vida se basarán, ya sea en nuestros pensamientos naturales, o en las palabras eternas de Dios.

El único fundamento seguro, el que va a sostenerse en pie en las tormentas y las presiones de la vida, es el de las palabras del Señor.

Hoy..sus palabras no pasaran de largo en mi vida, sino que producirán vida abundante en mi.

Señor, quiero ser obediente, ante ti me doblego y me rindo. Amén.

Dr. Daniel A. Brown.
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