“Yo les he dado tu palabra, y el mundo los odió porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo”. Juan 17:14.

Así que, ¿cuáles son algunas de las fuerzas de maldad que nos acosan  en nuestro diario caminar con el Señor? La Biblia nos presenta cuatro  categorías básicas de maldad que tratan con la muerte, traen pérdida, y roban la esperanza. Echémosle un vistazo a  una de ellas.

El mundo Obviamente, aun para las personas que no creen en el Señor, la  maldad puede ser vista en el mundo que nos rodea. De hecho, te encontrarás con que uno de los cuestionamientos más comunes se pregunta cómo un Dios bueno pudo haber creado un mundo lleno de tanta maldad. Puede escapárseles el hecho de que no así como lo hizo, pero la evidencia de la maldad es irrefutable, no los fantasmas y los duendes, sino la pobreza, la guerra, los crímenes y la miseria.

En verdad vivimos en medio de un mundo desposeído y debilitado que está lleno de todas las modalidades de angustia y ansiedad.  Las personas sufren y mueren a causa del curso actual de este mundo, un curso que nunca fue planeado por Dios.

Esta atmósfera enferma que nos rodea, este ambiente total de desenlaces malos, es lo que la Biblia llama mundo. Hace mucho tiempo, cuando la humanidad renunció a su derecho de ser administradora de este planeta y lo dejó en las manos del diablo, el mundo fue capturado e inutilizado.

Ahora, como un rehén atado, yace derribado “bajo el poder del maligno,” Satanás. La trayectoria del mundo sigue su curso contra el camino de Dios, contra todo lo duradero, bueno, satisfactorio y gozoso. Como un coche robado por un adolescente inconsciente, el mundo va con furia a toda velocidad, siguiendo un curso que lo llevará a la ruina, precipitándose a la muerte y llevándonos a todos nosotros con él.

Así que los días en que vivimos son malos a causa de los efectos de la maldad  y aunque nosotros hacemos nuestro mejor esfuerzo para abrirnos paso contra la corriente de “este presente siglo malo”, el mundo nos afecta mucho más de lo que nos damos cuenta.

Al mundo le encanta que lo amen, y ofrece cosas para complacer a nuestros ojos y a nuestro ego de modo que lo sigamos así como los peces van tras un señuelo en movimiento. También hace alarde de su destreza, como una competencia  entre caballeros en sus armaduras entrando a una contienda que con humor obsceno y poses insinuantes, promete lo que puede hacer a favor nuestro.

El mundo es lo que la gente llama “la buena vida”, la sensación de que el futuro está ante ti y no hay nada que sea imposible para tí si solo pones todo tu empeño en ello. Es como un deslumbrante comercial informativo en el que un hombre que se hizo millonario por sí solo, está ofreciendo compartir los secretos de cómo hacer las cosas en grande.

Es difícil no creer lo que el mundo dice, especialmente cuando las fotos que exhiben en el fondo parecen tener todo lo que siempre hemos querido. El mundo tiene un atractivo propio y un curso de vida que lleva seguramente a la destrucción. El camino quizá parezca bueno para nosotros, e incluso razonable, pero “al final, es camino de muerte” (Proverbios 14:12).

Hoy, Por eso venceré al mundo en mi diario caminar con Dios.

Señor, No dejes que la atracción del mundo me aleje de ti y me lleve a la destrucción, Hoy con tu ayuda venceré el Mundo. Amén.

Dr. Daniel A. Brown.
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