Pero hizo lo que ofende al Señor, como lo había hecho su padre Manasés, y ofreció sacrificios a todos los ídolos que había hecho su padre, y los adoró. 2 Crónicas 33:22.

 

Todos los que estamos dedicados a la docencia trabajamos con personas que muchas veces son niños y jóvenes, esto nos permite establecer una relación que puede ser sumamente útil para transmitir conocimiento de una generación a otra. Pero no solo el docente lo hace, cualquier adulto que se relacione con niños y jóvenes está ejerciendo una tarea docente en sus vidas. Ellos nos miran.

Es hora de preguntarnos que ven los otros en nuestra vida, sea la tarea que desempeñemos, padre, tío, abuelo, profesor  cajero de un supermercado, el niño y el joven observan para imitarnos,  porque piensan que nosotros, los adultos, les mostraremos el mundo.  Por eso nuestra indiferencia a las cosas de Dios, la falta de veracidad, la pereza o la manera de resolver los conflictos con otras personas, marcan el rumbo de los más jóvenes.

La biblia nos relata una triste historia de un hijo que vio hacer cosas malas a su padre y las repite, seguramente con gran dolor. Tengamos cuidado. La Palabra de Dios dice que cualquiera que hace tropezar a un pequeño se las arreglara con Dios. Hoy es tiempo de analizar nuestra vida.

Oración: Señor, perdón por las cosas que hago, me olvido que otros me miran, ayudame a cambiar lo que sea necesario. No quiero  ser tropiezo en la vida de nadie.

Marta De Biondi

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