He aquí, como los ojos de los siervos miran a la mano de su señor, como los ojos de la sierva a la mano de su señora, así nuestros ojos miran al SEÑOR nuestro Dios hasta que se apiade de nosotros. — Salmos 123:2

Aparte de recibir el amor de Dios en Jesús, el adorar es la actividad más inteligente que puedes hacer en la vida; es como inteligencia (espiritual) instantánea.

La adoración es profundamente sabia porque declara lo que es cierto de Dios; en consecuencia, es lo más cercano a pronunciar la verdad pura. Durante el tiempo de adoración, le damos las gracias al Señor (como el pequeño niño cuyo padre lo llevó a pescar) por un “gran paseo”.

Cuando le ofrecemos nuestra simple gratitud, nuestro corazón y mente comenzarán a entender mucho más lo que Él ha hecho por nosotros. Es como cuando te das cuenta  que el hombre tan agradable junto al que nos sentamos en el avión, quien nos dio su tarjeta para que le llamáramos si alguna vez necesitábamos algo, ¡era el dueño de la aerolínea!

Nuestro Padre celestial quiere dejarse ver por Sus hijos.

Una de las principales formas en las que se abre a nosotros y nos revela más de Su carácter es mediante la adoración.

Si quieres verlo de esta manera, la adoración intensifica tu sensibilidad para las verdades espirituales, porque en sí es una actividad tan espiritual.

La adoración pone tus ojos en el Señor para que llegues a estar más en armonía con Su más mínimo gesto .
No será coincidencia que con frecuencia recibas revelaciones durante la alabanza en la iglesia. Si nos permitimos adorar con libertad, sin esforzarnos por la falta de habilidad y sin preocuparnos de lo que los otros piensen de nosotros, nos sorprenderemos por cuánto nuestro espíritu  “entiende” y “conoce” a Dios .

Estad siempre gozosos; orad sin cesar; dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para vosotros en Cristo Jesús. —1 TESALONICENSES5:16-18

“Regocijaos siempre.”¿Por qué Dios nos pediría que continuáramos celebrando aun cuando las cosas en la vida no estén yendo bien? Eso puede sonar casi como la versión espiritualizada de “a mal tiempo, buena cara.” . No, es creer y confiar que él tiene todo bajo control por encima de lo que nosotros vemos, oímos o entendemos.

Hoy el Señor me revelará lo que mis ojos y oídos no pueden captar.

Señor, Gracias por darme tu entendimiento y hablar a mi corazón, quiero oirte y verte con los ojos del espíritu. Amén.

Dr. Daniel A. Brown.
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