“Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asi mismo fuisteis llamados en un solo cuerpo. Y sed agradecidos”. Colosenses 3:15.

 

Cuantas veces me he levantado en la mañana sintiendo que algo me falta y que la turbación por los acontecimientos del día anterior me han traído más inquietud que tranquilidad. He tropezado con los que están cerca de mi y muchas veces me he desquitado con ellos. Preocupación, Temor, Inseguridad e incertidumbre como que se agolpan inclementemente sobre mi.

Para un día como ese, es que puedo encontrar alivio y orientación en las palabras del Apóstol Pablo cuando dice que la Paz de Dios gobernará en nuestros corazones.

Acá el Apóstol Pablo está hablando que la paz de Dios dominará y gobernará las emociones tumultuosas.
La palabra gobernará en este verso viene del griego  “brabeuo”, la cuál se usaba en los tiempos antiguos para describir el referí o Arbitro en una juego olímpico. Ese arbitro tiene como función  moderar, juzgar o decidir frente a una jugada.

Lo que el Apóstol Pablo está indicando acá es que en medio de las turbaciones de la vida, dejemos que la Paz de Dios sea el arbitro  en nuestro corazón, en medio de nuestras emociones y que incluso esa paz pueda sancionar sin discusión alguna cuando empezamos a turbarnos para producir en nosotros la tranquilidad tan anhelada. Eso implica rendición de nuestra parte. En un juego no importa lo que sienta un jugador que ha cometido una falta, si el desea seguir en la competencia necesita someterse al dictamen del arbitro, de otra manera quedará fuera del juego.

Necesito en este día estar listo a responder adecuadamente al arbitro de la Paz de Dios y someterme a sus dictados del Espíritu, sabiendo que Dios tiene cuidado de mi. No quiero ser descalificado por ese arbitro, porque quedaré fuera del juego.

Hoy..admito que sin la Paz de Dios no podré continuar en la gran carrera de la vida dejándome llevar por las emociones y frustraciones del diario vivir.

Señor, Gracias por darme tu paz. Esa paz es infinita y muy práctica porque como un arbitro controla mis acciones y emociones y produce la tranquilidad que necesito en los días más turbulentos en los que tenga que atravesar. En ti confío y a tu paz me someto. En el Nombre de Jesús. Amén.

Dr. Serafín Contreras Galeano.
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