Ciertamente, el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida. Salmos 23:6

Dijo un poeta: «Señor, si en los días de mi vida encuentro uno de los pocos felices haz que tenga el suave perfume y el sabor bienhechor que sólo puede dar tu gracia. Y que pase yo todos los instantes de ese día más santamente a la luz de tu rostro».

Este día afortunado sólo llega cada sorpresivamente cuando menos lo esperamos.. ¡Ojala pudiéramos sacar de él una bendición cuatro veces mayor! Hasta el presente, el bien y la misericordia, a manera de guías, nos han acompañado sin cesar, el uno abriéndonos el camino y el otro defendiéndole. Y como ese día extraordinario cuenta entre los días de nuestra vida, no nos faltarán tampoco esos ángeles custodios en el día de hoy.

El bien para suplir nuestras necesidades, y la misericordia para borrar nuestros pecados, ambos seguirán nuestros pasos en este día hasta el final de nuestra vida. Por lo tanto, sirvamos al Señor en este día extraordinario consagrándole de un modo especial nuestros corazones, y cantemos sus alabanzas con mayor fervor que nunca.
¿No podríamos hoy dedicar una ofrenda extraordinaria para la causa de Dios o para los pobres? Y como el amor es inventivo, sepamos hacer de este día uno cuyo recuerdo perdure hasta la eternidad.

Hoy es un día especial para contemplar con los ojos de la fe tanto el bien como La Misericordia que Dios cada día me regala.

Señor, Que bueno es saber que esta promesa es para mi vida en este día. El Bien y La Misericordia me seguirán todos los días de mi vida. No hay un solo día que no cuente yo con estos dos bellos regalos.  Quiero entonces vivir en tu presencia continuamente agradecido.

Charles Spurgeon.
Libro De Cheques del Banco de La Fe.