Si anduviere yo en medio de la angustia, tú me vivificarás; contra la ira de mis enemigos extenderás tu mano, y me salvará tu diestra. Salmos 138:7.

Triste cosa es caminar entre angustias. Sin embargo, hemos de decir que es una bendición, puesto que en ello se encierra una promesa especial. Si tengo una promesa, ¿qué me importa la angustia? ¿Qué me enseña aquí el Señor? Que «tú me vivificarás», es decir, que tendré más vida, más energías, más fe.

¿No sucede con frecuencia que las contrariedades nos reaniman como un soplo de aire fresco cuando estamos a punto de desfallecer? ¡Cuán enfurecidos se hallan nuestros enemigos y sobre todo nuestro gran enemigo! ¿Extenderé mi brazo para pelear contra ellos? No; mejor será emplearlo en el servicio de mi Señor. 

Además, no es necesario, porque mi Dios extenderá su brazo más potente que el mío, y luchará contra ellos mejor de lo que yo podría hacerlo. «Mía es la venganza; yo pagaré, dice el Señor.» Con la diestra de su poder y sabiduría me salvará. ¿Qué más puedo desear?

Ven, alma mía, medita en tu corazón esta promesa hasta que puedas hacer de ella el canto de tu confianza y el consuelo de tu soledad. Ora para que seas vivificado y deja lo demás en manos del Señor que Él te favorecerá en todo.

Hoy se que Dios me vivificará con su poder y su gracia.

Señor, Gracias porque no importa si aún la muerte y las sombras me rodean. Tu promesa me asegura que tú me vivificarás y en esta promesa descanso. Amén.

Charles Spurgeon
Libro De Cheques Del Banco de La Fe.