A Zabulón dijo: Alégrate, Zabulón, cuando salieres. Deuteronomio 33:18.

Podemos aplicarnos las bendiciones anunciadas a las tribus, porque somos nosotros el verdadero Israel y a Dios servimos en espíritu y no ciframos nuestra esperanza en la carne. Zabulón debe regocijarse porque el Señor bendecirá su salida, y nosotros podemos ver también en esta invitación una bendición que nos otorga.

Cuando salgamos, será para nosotros motivo de gozo. ¿Emprendemos un viaje? La providencia de Dios nos acompañará en el camino. ¿Tal vez tenemos que emigrar? El Señor estará con nosotros en tierra y en mar. ¿Salimos como misioneros? Jesús nos dice: «He aquí yo estoy con vosotros hasta el fin del mundo». ¿Vamos cada día a nuestro trabajo? Bien podemos hacerlo con alegría, porque Dios estará a nuestro lado desde la mañana hasta la noche.

Si a veces, en el momento de la partida, se apodera de nosotros el temor porque ignoramos lo que podrá acontecernos, esta bendición será para nosotros una palabra de aliento. Cuando hagamos nuestra maleta, pongamos en ella este versículo; pongámoslo en nuestro corazón y guardémoslo allí, y pongámoslo en nuestros labios para cantarlo cuando levemos anclas o entremos en el departamento de nuestro coche.

Seamos del número de esta tribu afortunada y que cada uno de nuestros movimientos alabe al Señor con alegre corazón.

Hoy, Se que Dios estará a mi lado para sostenerme nuevamente como siempre lo ha hecho.

Señor, Gracias por darme tu presencia que produce alegría. En ti confío nuevamente. Amén.

Charles Spurgeon.
Libro De Cheques Del Banco De La Fe.