“Solo al Señor, que os sacó de tierra de Egipto con gran poder y brazo extendido, a este temeréis, a este adoraréis y a este haréis sacrificio”.2 Reyes 17:36

 

Justo donde estamos, en medio del horario más agitado o mientras pescamos el último cereal del desayuno de nuestro hijo pequeño, en la esquina de la calle más transitada, o solos en nuestros cuartos, en cualquier momento, en cualquier lugar, podemos adorar al Señor.

Gracias, Señor. Te alabo, Jesús. Me encanta lo que estás haciendo conmigo en estos días. Eres grande. Me rindo a ti otra vez porque has sido tan fiel conmigo.” ¡Vaya privilegio el de tener admisión instantánea con Dios!

No necesitamos meditar o sentarnos en determinadas posiciones con el fin de entrar en contacto con Dios para adorarlo. No tenemos que esperar a que sea el momento o el lugar correcto para adorar.

Donde sea que adoremos, tocamos el ámbito espiritual. La adoración no sólo se lleva a cabo en una dimensión que no es física, sino como Jesús le explicó a la mujer en el pozo, la adoración también involucra una dimensión de la “verdad” que surge sólo mediante una revelación espiritual.

Él no se refería a cierto tipo de “secretos del universo” peculiares y enigmáticos. Él solamente quiso decir que la mente natural no puede captar las verdades de Dios. Tú y yo no podemos conocer a Dios por quién o qué es Él mediante nuestra inteligencia innata.

¿Sabías que en cierto momento Jesús en efecto le dio gracias a Su Padre por esconder las verdades simples del reino de Dios de las personas que insisten en descifrarlas por sí mismos ? Interesante, ¿no?, que las verdades de Dios no sean más fáciles de entender para los listos que para el resto de nosotros.

El Espíritu de Dios, a quien Jesús llama el “Espíritu de la verdad”, le imparte entendimiento a nuestro espíritu y nos revela íntimamente a Dios. El Espíritu Santo es el único que nos alerta sobre la verdadera identidad de Jesús.

Dios allanó el campo de juego para que Sus caminos estuvieran disponibles a cada uno de los que humildemente vienen a Él. De hecho, nadie puede adorar a Jesús como Señor, excepto por la revelación de Su Espíritu .

Hoy podré adorarle en cualquier tiempo y lugar y él en su amor estará disponible para recibir mi alabanza.

Señor, Gracias porque no necesito un lugar ni un tiempo preciso para adorarte, sino que me recibes en tu amor y misericordia. Amén.

Dr. Daniel. A Brown.
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