Y pondrá su mano sobre la cabeza del holocausto; y será aceptado para expiación suya. Levítico 1:4

Tan pronto como el que presentaba el holocausto ponía la mano sobre la víctima, ésta era aceptada. ¡Con cuánta más razón lo será Cristo, nuestra víctima, cuando sobre Él ponemos la mano de la fe!

En ti mi fe se apoya. En ti, Jesús, mi gloria y embeleso En tanto que afligido y penitente Mi culpa yo confieso.

Si Dios aceptaba un becerro en expiación del pecado, ¡con cuánto mayor motivo aceptará Dios el sacrificio de Jesús que fue nuestra propiciación completa y suficiente!

Discuten algunos la doctrina de la sustitución; para nosotros esa sustitución es nuestra esperanza, nuestro gozo, nuestra gloria, nuestro todo. Jesús es aceptado por nosotros, como nuestra expiación, y nosotros somos «aceptos en el Amado».

Lector, pon tu mano, ahora mismo, sobre el sacrificio consumado de Jesús, y recibirás bendición completa. Si nunca lo hiciste, extiende con fe tu mano sin demora alguna. Jesús será tuyo si quieres que lo sea. Apóyate en Él, ahora mismo, con todas tus fuerzas. Tuyo es, no abrigues la menor duda. Estás reconciliado con Dios; tus pecados son borrados, y tú eres pertenencia del Señor.

Hoy se que tengo dueño. El Dueño de mi vida es El Señor, primero porque me salvó y en segundo lugar porque me compró con sangre preciosa. Su Sangre. Le serviré con gozo y alegría.

Señor, Gracias por sostenerme y guiarme. Gracias por comprarme. Quiero vivir con la alegría de saber que eres mi dueño. Amén.

Charles Spurgeon.
Libro de Cheques Del Banco De La Fe.